Antonio Hernández-Rodicio es un enamorado de la cocina, del producto y del mundo del vino. Lo que podríamos denominar un gran gourmand.
Venía dándole vueltas a la idea de abrir en su Cádiz natal algo así como el bar perfecto.
Un día, leyendo el periódico local, vio una entrevista con los familiares del antiguo dueño de
Las Banderas, bar emblemático del barrio de la Viña que llevaba casi treinta años clausurado. Rápidamente vio la oportunidad y junto a tres amigos se animaron a desempolvar el local, devolverle todo su esplendor y diseñar un bar de barrio que roza la perfección.
La labor de restauración ha sido concienzuda. Han mantenido la esencia del viejo negocio, desde la barra hasta el suelo hidráulico, los cierres y el color primitivo de las paredes, y lo han adaptado a los tiempos.
Antonio, aficionado impenitente a las latas, los embutidos, los quesos y los eclncurtidos, se ha preocupado de dotar la carta con lo mejor de lo mejor, de manera que el cóctel de distribuidores de aquí y de allá ha dado lugar a una oferta variada y de calidad que no es posible encontrar en muchos sitios.
En Las Banderas hemos rubricado el programa especial con motivo del centenario de A boca llena.