Adivinar el futuro ha sido siempre preocupación de la humanidad. En la antigüedad la gente acudía a los augures para que interpretara ciertas señales o indicios. Las incertidumbres sobre el futuro eran muchas, empezando por el tiempo atmosférico del que dependía una buena o mala cosecha. Quizá nos creamos haber superado esa etapa, pero en realidad, sólo hemos cambiado las formas.
Este fue el año de la gripe mediática, más conocida como gripe A, retransmitida en directo desde su confuso origen, con todo lujo de detalles sobre las medidas y no medidas que nuestros gobernantes pensaban tomar, con un estadística puntual de cuantas personas se iban viendo afectadas, que si vacunas para todos, que si vacunas sólo para grupos de riesgos, que si al final mejor no nos vacunamos, porque total no la quieren ni los médicos. En fin, todo muy coherente, quizá un augurio de que la ilusión del control total donde vive la sociedad occidental es eso, una ilusión.
Pero, sin duda, 2009 dejará huella en muchas personas por el paro. Con más de cuatro millones de parados y más de un millón de hogares con todos sus miembros sin empleo, nos costará salir del agujero. Dejémonos de milongas, nadie tiene idea de cómo salir, es más algunas de las recetas que nos proponen desde el bando conservador justamente fueron las que nos metieron en la burbuja que luego pinchó. Por otro lado, se nos promete un nuevo modelo económico, pero claro ni aunque baje Moisés con las nuevas tablas de la ley, la gente se lo cree, como no vaya acompañado de hechos.
Los economistas, que tan bien analizan el pasado y tan mal predicen el futuro, dicen que parte del problema está en las expectativas y la confianza de la gente, que aún no habiendo perdido su empleo, contiene su consumo por lo que pueda pasar. ¿Solución? Volvamos a derrochar y a endeudarnos hasta las cejas, hagámoslo por nuestro país.
El término "histórico" está devaluado de las veces que lo utilizamos, no hay mes sin acontecimiento histórico. Claro que también existen los fiascos históricos. El último lo hemos vivido hace poco: la cumple del clima de Copenhague, que concluyó con una declaración de intenciones y poco más. Digo yo, que para eso podían haber hecho una videoconferencia y nos hubiéramos ahorrado una pasta.
Pero no seamos pesimistas, lo mismo todo esto son augurios de que algo está cambiando. Cuando los problemas afloran, podemos atajarlos, que es el que no se consuela es porque no quiere. Miren si no la corrupción política, despampanante ella, mostrándose sin pudor a diestro y siniestro, más que nada para brindarnos la oportunidad de remediarla. Y es que la gente necesita comprender lo que sucede y claro la teoría de los casos aislados ha perdido credibilidad, sobre todo cuando las corruptelas son ya culebrones más largos que las telenovelas venezolanas, que todavía nos quedan por conocer folios del caso Gürtel.
Otra señal es cuando tocamos fondo, dicen que lo siguiente es remontar. Justo en ese fondo están muchos ayuntamientos, incluido el nuestro, lastrados por una deuda monumental a causa de una pésima gestión durante años de la que nadie se hace responsable. De lo que se haga ahora y de si se cuenta la verdad a los ciudadanos, dependerá si remontamos o pasamos al subsuelo. Y esto no es un augurio.