“Cuando bisiesto el año es, las hojas del olivo se vuelven del revés”. Refranero popular.
Adelantamos y atrasamos la hora una vez al año y, cada cuatro, disfrutamos de un día de más, 29 de febrero, para celebrar -como en este 2024- un año bisiesto. El origen parte de Julio Cesar que, inteligente como buen emperador,
encargó a su astrónomo Sosígenes que modificase el calendario romano por uno que se ajustase a la rotación de la tierra alrededor del sol, lo que dura 365,2422 días. La solución del astrónomo fue un calendario de 365 días con un día adicional cada cuatro años para así alinearse con el año solar, es el llamado calendario Juliano, que más tarde fue perfeccionado por el Papa Gregorio XIII fijando que cada cuatro años febrero tendría 29 días y que esto ocurriría cada año múltiplo de 4 -excepto en los años divisibles por 100, pero no por 400-, con ello el calendario Gregoriano se ajustó totalmente al año solar, manteniéndose hasta la actualidad. Al final el año bisiesto es como aquellas bolas extras en las máquinas de
pinball que tanta satisfacción daban cuando el luminoso las anunciaba porque tenías la oportunidad de continuar en la partida con jugada y tiempo extra. Un día de más, el 366, bola extra.
Y ya que hay un día de regalo, que no acumula en la cuenta de la edad porque no se suman años más días sueltos de años bisiestos y, por lo tanto, es como si ese día no existiera,
sería maravilloso dedicarlo a algo que la condición humana no encuentra acomodo durante los otros 365 del año. Un día extra para asuntos extraordinarios y, sin duda, hay otros muchos modos de amoldar el arranque de año para situar este primer floreado jardín.
Hemos normalizado un montón de cosas que no lo son y, así, la conciencia colectiva se desmorona como un castillo de naipes, en gran medida por este sucio juego político mediante el cual se maximiza lo del contrario y minimiza lo propio sin un instante, ni uno, de sinceridad, los partidos son incapaces ni por un momento de reconocer un error propio, apoyar un acierto del contrario, tener la responsabilidad de ceder ante el bien general. Y resulta tan cansino como patético o aburrido, lo peor es que el ejemplo cala en una sociedad que se pasa la vida criticando lo que hace el vecino sin darle importancia a lo que hace él, que puede ser incluso peor. Si un ayuntamiento es del PP, matemáticamente critica al gobierno central del PSOE y aplaude a la Junta del PP y si es del PSOE, exactamente lo contrario, demostrando todos que esta esclavitud a la sigla les hace más bajitos en todo aquello que la condición humana es medible. El caso de los pellets de Galicia es el último ejemplo de cómo los distintos gobiernos con competencia, al ser de siglas opuestas y teniendo elecciones gallegas a las puertas, en lugar de ir de la mano para minimizar el daño medioambiental se dedican a pasarse la pelota de la responsabilidad mientras los gallegos se van a las playas para, rastrillo y colador en mano, hacer lo que los gobiernos afectados no hacen, solo ocupados en tirarse los pellets a la cara. Bien estaría que aprovechasen el 29F para tomar un poco de conciencia individual y ejercer el cargo público en defensa del interés general, avivar la personalidad por encima del servilismo de las siglas y hacerlo pese a que en los partidos no gusta, nada, el verso suelto:
Que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena.
Cuánto avanzaríamos si la política dejara de meter sus garras en la justicia, porque una cosa es que determinados jueces del CGPJ tengan tendencia y otra, bien distinta, que sean proclives a dejarse manejar por quien les puso, al margen del hecho de que la no renovación, además de incumplir la Constitución, es un acto bélico claro contra una justicia justa de todos. Visto lo visto, amnistía incluida, sospechamos cada vez con mayor hondura, e incluso normalizamos el hecho, de que todos los españoles no somos iguales ante la Ley y
resulta horrible tomar conciencia sin fisura del hecho ante la indefensión que le queda al humilde frente al poderoso. En este sentido, es un escándalo, no solo la inviolabilidad de la que goza el Rey según el artículo 56 de la Constitución -lo del Emérito es claro ejemplo- sino los más de 250.000 aforados que hay en España entre fuerzas y cuerpos de seguridad estatales o autonómicos, jueces y fiscales, que no pueden ser investigados por sus compañeros, magistrados y, lo más polémico, políticos, entre diputados, senadores, parlamentarios, consejeros del tribunal de cuentas, del estado o defensores del pueblo. Lo que sobre este asunto sucede en España no es comparable con el resto de Europa, donde, por general, la protección se refiere a asuntos relacionados con su actividad política y no personal. Buen día, el extra, para proponer un cambio normativo que evite la descarada desigualdad ante la Ley.
Los alcaldes, ese día, pueden aprovechar para mirar bien las cuentas municipales y decidir con los ingresos que hay y los gastos obligatorios qué dinero queda para usarlo en lo que verdaderamente necesita la ciudad y sus ciudadanos, finalizando el día con llamadas negando a quienes le piden para sus propios intereses a cambio de darle paz social, apoyo político, votos o similares. Fin del uso político del dinero público y única prioridad el interés general;
los gobernantes de las comunidades autónomas, el gobierno central y los organismos que de ellos dependen, junto a los de los ayuntamientos, podrían sellar un acuerdo prohibiendo el uso partidista de las instituciones. Nada de beneficiar a través de ellas a los suyos y acorralar a los contrarios, los suyos son los ciudadanos y sólo a ellos se deben. Una quimera, obvio.
Los usuarios de redes, que bajo el anonimato injurian y calumnian sin límite, tienen las 24 horas de ese día para despedirse de sus seguidores, el odio y la ira no es bueno para su salud mental. De paso, los gestores de las redes pueden ese 29F darles de baja. Los ciudadanos, todos, practicar en la lectura, en la búsqueda de datos. La cultura y la información es el mayor poder que podemos tener, por eso no interesa al mundo de los políticos, ni al poder económico, ni a quienes teledirigen las modas del consumismo.
Los medios pueden hacer una campaña previa 29F, el día del cambio y publicar noticias objetivas y sin aditamento, con el único objetivo de informar, sin más, todos al unísono y al objeto de disipar todo atisbo de niebla e, igual, la cruda verdad sin matices resulta mortalmente indigesta. Los
pseudo medios,
bulomedios y demás conglomerado ruidoso no tienen arreglo, sólo la ignorancia colectiva nos puede salvar del abismo que éstos proponen amparados en una libertad de expresión que esconde desinformación y mentira y que es, por desgracia, lo más rentable para obtener el
click masivo.
Quimeras que, solo imaginadas, nos hacen ver la necesidad de que esta sociedad viva un proceso de reciclaje, frene una degradación social paulatina que normalizamos y que hasta al Rey Melchor jerezano le lleva a dar un discurso antiabortista de corte claramente político ante la mirada incrédula de los niños cuando no es ni el sitio, ni el momento, ni pega, ni llega. Ni es quién. No es que sea importante, es feo, inapropiado y doloroso para aquellas mujeres que, por la razón que sea, se han visto en ese trance. Jaque por un día a todos los reyes del juego y, de paso, a este Rey, aunque sea mago.