Un año después de eliminar al Arsenal en los cuartos de final de la Liga de Campeones, el Barcelona afronta una nueva eliminatoria ante el conjunto londinense, esta vez la de octavos, con el propósito de no contradecir a la historia, que dice que nunca pierde cuando se mide a los gunners.
Este será el sexto enfrentamiento entre ambos equipos. En la liguilla de Champions 1999-2000 el Barça ganó en Londres con una exhibición (2-4) y empató (1-1) en el Camp Nou; en 2006, los catalanes conquistaron in extremis su segunda Copa de Europa en la final de París (2-1); y la pasada campaña el equipo de Pep Guardiola eliminó al de Arsene Wegner de la Champions al empatar en el Emirates (2-2) en un gran partido y firmar una goleada en casa (4-1).
En la última década el Barcelona se ha convertido en la bestia negra del Arsenal de Wenger, con el que comparte ideal futbolístico, pero al que supera con claridad en éxitos deportivos.
Como en la pasada campaña, el equipo de Guardiola se presenta en el Emirates como líder destacado de su torneo doméstico y con el objetivo de reivindicar en Europa su fútbol de altos vuelos para ir avanzado rondas.
Este año lo hace, además, con la tranquilidad de haberse asomado ya a su primera final de la temporada, la de la Copa del Rey, y con un nivel futbolístico aún superior al exhibido en el curso anterior.
El planteamiento, por tanto, será el mismo del año pasado, cuando los catalanes salieron a todo gas, firmaron sesenta minutos primorosos, se adelantaron 0-2 y acabaron sufriendo en el tramo final, cuando la entrada de Theo Walcott revolucionó el partido para el Arsenal.
Sin Carles Puyol, aquejado de un tendinitis en la rodilla, pero con Andrés Iniesta, que no pudo disputar la eliminatoria del año pasado por culpa de una lesión muscular, el Barça afronta el encuentro prácticamente con su once de gala.
Como ya es habitual, la baja de Puyol en el eje la cubrirá Eric Abidal y la plaza de éste en el lateral zurdo será para Maxwell Scherrer. El resto del equipo lo formarán los de siempre, incluido Leo Messi, que espera saldar en Londres una cuenta pendiente en su apartado estadístico, pues el astro argentino nunca ha marcado a un equipo inglés como visitante.
Ansioso por convencer a su propio capitán, Cesc Fábregas, de que Londres merece la pena, el Arsenal saldrá hoy a presionar a un rival con el que comparte ideales y gustos pero que últimamente ha sido el causante de sus males en el concierto internacional.
Además de la venganza, el conjunto londinense persigue otro fin: alcanzar esta temporada su primer trofeo en seis años. A algunos les podría valer la Copa de la Liga (Carling Cup), cuya final disputarán los pupilos de Wenger el día 27 de este mes ante el Birmingham, o la Copa de Inglaterra, para la que todavía son aptos.
Pero ni al club ni a su afición les basta con esos logros y aspiran a que su esperado título sea el de la Premier o el de la Champions.
Sin embargo, no será fácil frenar al mejor equipo ofensivo del planeta con una defensa plagada de bajas. Su meta titular, el polaco Lukasz Fabianksi, está lesionado, y en su lugar jugará su compatriota Wojciech Szczesny. Y el lateral Bacary Sagna también es baja por sanción y podría ser reemplazado por Emmanuel Eboué en banda derecha.
A ambas ausencias hay que añadir la del central belga Thomas Vermaelen, al que una lesión en el tendón de Aquiles le ha tenido fuera del equipo desde el inicio de temporada.
Además, Wenger cuenta con la duda del joven punta Samir Nasri, que encara la recta final de una tendinitis en la parte posterior de la rodilla.
Sin embargo, toda la atención estará puesta en Fábregas, el centrocampista de la cantera azulgrana que adoptaron los gunners con sólo 16 años para convertirlo en el verdadero símbolo del club y protegerlo de las garras de otros equipos.
Después de un movido verano por el interés del Barça en recuperar a ese balón perdido, las ganas del muchacho por volver a casa y el rechazo del Arsenal a vender, Cesc vuelve a cruzarse en el camino de su Barça, quién sabe si por última vez como adversario.