El Ayuntamiento no va a asumir este año el montaje de las tribunas y palcos de Semana Santa porque parece incapaz de asegurar que los trabajos van a llegar a buen término teniendo en cuenta el clima de conflictividad social que viene padeciendo la ciudad. En principio, no parece descabellado pensar que sean las propias hermandades quienes asuman esta tarea, por cuanto a la postre son las beneficiarias exclusivas de la recaudación que se obtiene por el alquiler de las sillas.
No obstante, la situación se antoja irregular si se tiene en cuenta que la Administración local es la competente en la organización del ciclo festivo, de manera que se podría estar incurriendo en un insólito caso de dejación de funciones. La regla de tres que va a aplicarse a la Semana Santa podría extenderse también a la Feria del Caballo, por cuanto hablamos de las dos únicas fiestas que se celebran en la ciudad catalogadas de Interés Turístico.
De este modo, no sería descabellado pensar que fueran los caseteros quienes asumieran el montaje de la Feria, ya que al fin y a la postre son los directos beneficiarios económicos del evento.
Pero claro, una vez abierta la veda, siempre se puede ir más allá. Por ejemplo, el Ayuntamiento podría cobrar alquileres a todas las asociaciones que utilizan los centros de barrio, incluidos los suministros de agua y energía eléctrica.
También se podría reclamar a José Manuel Caballero Bonald que asumiera el coste que supone el mantenimiento de la fundación que lleva su nombre, incluido el del congreso literario que año tras año se convierte en una especie de homenaje a un señor que ni vive ni paga sus impuestos en Jerez y en el que participa poco más de un centenar de personas.
Desde el pasado mes de junio, el Gobierno local ha hablado de recortes en el gasto de personal, de privatización de servicios y de expedientes de regulación de empleo. De momento, no ha pasado del amago. Parece que ahora ha dejado de temblar el pulso, lo que no se sabe es si lo ha hecho de modo transitorio o permanente.