Sobre contratas y huelgas

Publicado: 15/03/2012
Obviamente el Ayuntamiento no quiere que los recortes se realicen sobre el personal
Todos somos herederos de un pasado, y el que recibió el equipo de Gobierno del PP tenía unos regalos envenenados que aún hoy día estamos intentando neutralizar. Primero, entramos en el gobierno al inicio de la crisis económica, cuando los ingresos municipales ya se resentían, pero la demanda ciudadana era todavía de tiempos de bonanza. Segundo, nos encontramos con que los ingresos de esos tiempos de bonanza se habían invertido en cualquier cosa menos en la ciudad y, por tanto, ésta acumulaba necesidades de inversión en sus calles, en sus parques, en sus barrios que eran ya urgentes y perentorias; y para colmo no se invertía siquiera esos buenos ingresos que se tenían en pagar los servicios, por lo que se acumulaban deudas y deudas con las empresas. Tercero, nos encontramos sin suelo que se pudiera desarrollar, transformar ni vender, y un PGOU inútil y rechazado en su aprobación que había que rehacer entero.

Con estos mimbres y una progresiva merma de ingresos había que afrontar gastos que, incluso si sólo hubieran crecido el IPC, iban en aumento. Y ciudadanos que se preguntaban que si ellos pagaban sus impuestos, por qué tenía problemas el Ayuntamiento, desconociendo –a pesar de las veces que se ha explicado– que por ejemplo la basura que se cobra con el agua, sólo paga la retirada de residuos sólidos urbanos, no la limpieza de las calles, las papeleras, las podas de árboles…

En esa gestión que se nos encomendó debemos tener en cuenta una serie de realidades palmarias e incontestables: Hubo una época en la que el Ayuntamiento ingresaba X millones, y cerró acuerdos con las contratas por valor de la mitad de X. Ahora recibimos X menos 10 millones y por ley no podemos acumular los millones de diferencia en deudas, ni las empresas tampoco están dispuestas a asumir ese impago, por lo tanto no queda más remedio que reajustar todos los contratos.

Obviamente el Ayuntamiento no quiere que los recortes se realicen sobre el personal, aunque el mayor coste sea éste, pero para evitar este tipo de situaciones y dada la ineludible necesidad de ajustar, trabajadores y empresas deberían sentarse –como se hace ya en algunas empresas y en algunos países– a estudiar una bajada de sueldos antes que el despido de los compañeros. Los sueldos se subieron en tiempos de bonanza, es lógico que se adapten a los tiempos de crisis. Obviamente todos ajustamos en nuestras casas nuestros gastos a nuestros ingresos, pero pretender mantener el nivel de vida de la época de bonanza hoy en día, sólo aboca a las empresas al cierre y la pérdida total de ingresos familiares. Ésta es la desgraciada realidad que nos toca vivir, y nos toca a todos, políticos incluidos.

La crisis económica que estamos viviendo no es temporal, es estructural, y esto significa que las administraciones tenemos que avanzar hacia un modelo menos intervencionista, y ocuparnos de lo que realmente nos tenemos que ocupar. Por poner un ejemplo, en Turismo creamos un servicio de rutas guiadas gratuitas por la ciudad, fueron surgiendo empresas que prestaban ese mismo servicio porque se vio que era un negocio rentable, y por tanto ya no es necesario que la administración lo incentive. Este mismo ejemplo debería aplicarse a otras asociaciones, de vecinos, deportivas…; el Ayuntamiento incentiva su creación facilitándoles medios, pero una vez que los vecinos o los deportistas o quienes sean han comprendido la utilidad de asociarse y funcionar en conjunto, ya no es necesario que la administración esté presente… Esta reforma se debería haber emprendido mucho antes, pero cuando hay dinero, quizá los políticos seamos más generosos que nadie para darlo (y en esto estoy englobando a muchas clases de políticos, con los que no me siento identificada, pero asumiré parte de la culpa que tenemos todos).

A ningún equipo de Gobierno le gusta tener que afrontar estas realidades ni esta época de transformación de las administraciones, a nosotros no nos gustó por ejemplo, tener que decirle a la ciudad que íbamos a rehacer el PGOU después de 9 años esperando uno, pero no había otra manera de aprobarlo e hicimos lo que teníamos que hacer. Tampoco nos agrada ahora tener que afrontar estos reajustes de todos los contratos del Ayuntamiento, ni podemos decir “cuando escampe la crisis ya pagaremos la deuda que se generen ahora que no hay ingresos”, porque ni nos podemos endeudar, ni sabemos si alguna vez tendremos ingresos para afrontar esa deuda. Y las deudas generan intereses, y esos intereses –que es dinero que sale del bolsillo de los ciudadanos– no le reportan ningún beneficio a la ciudad.

Si los sindicatos, instalados en posturas más propias de la revolución industrial de la que nacieron en el siglo XIX, no quieren entender esta realidad y en lugar de sentarse con cada empresa para ver cómo pueden hacer con el recorte de ingresos para mantener la actividad, y prefieren salir a la calle a decirle al Ayuntamiento que no haga nada o que pague aunque no tenga dinero… que lo hagan. Pero que luego no vengan a decir que es el Gobierno el que les hace perder peso, es su propia y manifiesta inutilidad la que los está llevando a la autodestrucción. Y si se creen que esto es cosa del Partido Popular y que con el PSOE les va a ir mejor (al menos a sus estructuras, alimentadas por la administración porque las cuotas de los trabajadores no son suficientes, entre otras cosas porque el PSOE sólo sabe crear desempleados, no sabe crear trabajadores) pues que sigan haciéndoles campaña, que total, a ellos les irá mejor aunque a España y a Andalucía y a esta provincia de Cádiz ya vemos lo que les importa lo mal que nos ha ido.



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