La situación que atraviesa el CD San Fernando es dolorosa, pero no es ni única -muchos otros equipos, sobre todo con ?mecenas? constructores están en idéntica situación- ni inesperada...
La situación que atraviesa el CD San Fernando es dolorosa, pero no es ni única -muchos otros equipos, sobre todo con ‘mecenas’ constructores están en idéntica situación- ni inesperada. La historia del club ha estado plagada de etapas buenas y malas; en medio, de etapas ni lo uno ni lo otro; pero siempre se sostuvo gracias a que detrás había una masa social, una afición a prueba de todo y una forma de entender un equipo que era la mismísima enseña de una ciudad. Todo eso hasta que el romanticismo quedó atrás y llegaron los aires de grandeza de algunos, el intrusismo de nuevos ricos buscando el futuro provecho y un esquema de clubes basado en el talonario. Eso ha funcionado en los grandes con muchos miles de socios, pero no con los pequeños -y si siquiera con los medianos-, que en los casos en los que se han visto en la boca del lobo han tenido que hacer lo único razonable y viable: volver al romanticismo y resucitar de sus cenizas. Libres de miserias y de miserables.