Este fin de semana es el Salón Del Manga de Jerez, lo que vulgarmente se conoce como el carnaval de los freaks. Tenemos en la Provincia de Cádiz, sin saberlo, uno de los eventos más grandes de España sobre esta afición.
No obstante, ¿es correcto denominar a sus aficionados freaks? ¿Son todos iguales? La respuesta es no. Este mundo es más grande de lo que aparenta, y no todos se mueven por los mismos lares. Esta sociedad tan cerrada de mente, tan fanática en sus ocios, no es capaz de respetarse por igual.
La división más evidente en este hobby es la de un “otaku”, aficionado a los comic japoneses, un “rolero”, persona aficionada a todo tipo de juegos de rol, y un “gamer”, aficionado a los videojuegos. ¿La línea es infranqueable? Pues no, antes que un título, somos personas y las preferencias existen; aunque nos duela, nadie es homogéneo. Uno puede ser un aficionado al fútbol, al mismo tiempo que escribe relatos en su casa.
A día de hoy el mundo “otaku” como tal existen, sin embargo jamás podría aguantar un evento tan grande solo esa afición. Si uno es capaz de poder pagar la entrada, verá tiendas de ropa alternativa, principalmente de la música “heavy”, por otros lados actividades de rol, música dance y muuuuchos videojuegos. Y con toda la razón del mundo pregunto, ¿es el mundo “otaku” cerrado?
¿Un videojuego de un comic manga es “otaku”? ¿Y un rol? Amigos, a día de hoy las aficiones han ido creciendo y han acabado fusionándose unas con otras, para acabar siendo criticadas por igual. En vez de avanzar, retrocedemos al Medievo.
A ver, jóvenes con tendencias alcohólicas los fines de semana y festivos, señores que se dan golpes en el pecho al ver una procesión salir gritando que buen cristiano que soy, o ladrón con traje y corbata que te haces llamar político, somos seres humanos.
No estoy diciendo, dando fe de ello, que si entras en ese evento, o vas a cualquier otro, entrarás en un universo paralelo donde todos son unos buenazos y podrás tener amistades con quien te lo propongas. Para nada, un hijo de puta puede tener la afición de leer comics, que de ir detrás de un paso o cantar canciones de pop en un escenario estratosférico. Lo dicho, somos iguales a cualquiera.
Somos iguales, sin embargo, no existen dos personas iguales. Un joven puede estar hablando sobre la cultura urbana, o comentarte con ilusión como está saliendo la serie que le gusta. No obstante, esto último que he comentado no es motivo para que esos dos jóvenes se lleven mal. La solución final es la educación, el respeto y la amplitud de las fronteras que cada uno se ponga.
A lo largo de los años he pasado por diversas etapas en esta vida, he pensado que por juntarme con tal personas, o hacer tales cosas era mejor que los demás. He creído en la separación de grupos urbanos, creyendo que en el que me encontraba era la verdadera salida a una fase más elevada. Me equivoqué, tus gustos no te hacen ser mejor persona y tampoco te hacen peor. La salud, el intelecto o el físico son factores que si son afectados, pero la calidad moral no.
Ahora bien, como las masas son tan heterogéneas, fanáticos hay en todos lados. Un chaval aficionado a la calle, a beber y a disfrutar de la noche no tiene porqué ser un crítico de otro de otros gustos… Pero los hay, del mismo modo, que un “gamer” de corazón puede sentir verdadero asco por otro diferente a sus pasiones… El extremismo no es la solución.
El problema que uno no aprende esto con la edad, lo adquiere con las experiencias. La moral juega ya un papel selectivo en esas vivencias, y al final te das cuenta que lo importante es conocer y disfrutar. Por eso quiero acabar diciendo, sabedor de lo mal que lo tiene este público en concreto, respeten y serán respetados. Por supuesto, antes que ser un creyente, aficionado, jugador, votante, escritor… Soy una persona.