Las Palmas 0
Murcia 1
—Ud Las Palmas—Santamaría; David García, Juanpa, López Ramos, Dani López (David González m.72); Nauzet Alemán, Miguel García, Jorge (Sergio Suárez, m.59), Pablo Sánchez; Marcos Márquez y Saúl (Rondón, m.63).
—Real Murcia—Elía; Peña, Campos, Mejía, De Coz, Capdevila, Movilla, Bruno, Núñez (Marañón, min. 71), Montoro (Aquino, min. 53) y Despotovic (Sikora, min. 65).
Árbitro: Amoedo Chas, del Comité Gallego. Expulsó al futbolista visitante Capdevila (min. 69), por dos tarjetas amarillas. También amonestó a sus compañeros Despotovic, Montoro y Campos; así como a los isleños Miguel García, David González, López Ramos y David García.
Gol:
0-1 Marañón (m.74)
Incidencias: Un total de 9.124 personas acudió al Estadio de Gran Canaria.
El Murcia venció a Las Palmas ajustándose a la ley del mínimo esfuerzo ofensivo, en un partido que acogió dos periodos diferentes –mejor el segundo–, y propició una bronca final de los espectadores, con muestras de pañuelos y pitos a los dirigentes insulares que estuvieron en el palco.
Un juego anodino, de alternativas, con supremacía de las defensas sobre los ataques y con escasas oportunidades de gol, produjo una mala sensación a los aficionados en la primera parte.
Los murcianos fueron el que primero buscó la portería, cuando Montoro, en el minuto 8, remató y Santamaría detuvo el balón. David García, con sendos remates de cabeza baldíos en acciones casi seguidas y en plena presión murciana, en torno al cuarto de hora, oxigenó algo a la Unión Deportiva.
Los lanzamientos largos del esférico concedieron pocas opciones al equipo insular; entretanto, el pimentonero, cerca del descanso, desperdició una buena ocasión para marcar.
Nada tuvo que ver la segunda parte con la primera, porque el equipo canario tomó el mando y dispuso de las ocasiones, mientras que su rival aprovechó al máximo la suya y después acentuó el trabajo defensivo.
Cuando más apretaba el equipo local, Marañón recogió la pelota en la frontal del área, tiró con potencia y cruzado y marcó. Esto determinó una recta definitiva con presión a la desesperada de los amarillos, y defensa a ultranza y ordenada de sus contrarios.