Mañana se celebra el domingo de Laetare, cuarto domingo de Cuaresma, aquél que suponía un descanso de las privaciones propias de este tiempo. Curiosamente, también el Adviento cuenta con un domingo de descanso –el tercero, llamado de Gaudete- y también los ornamentos litúrgicos, que hasta ese momento son de color morado, se tornan rosas por un día.
La llegada a este domingo significa haber cruzado ya el ecuador de este tiempo litúrgico, el acercarnos a su final y percatarnos de si nos hemos dado cuenta o no de algo, pues con los años el tiempo corre cada vez más.
Pero este domingo es muy gozoso y supone en Jerez una gran jornada de ceremonias de besamanos y besapiés. De hecho, he servido en más de una ocasión de guía a mis amigos de Sevilla que han vivido aquí una jornada histórica, pues se convierte para los sevillanos en el día ideal para visitar Jerez (como el Miércoles Santo si de la Semana Mayor hablamos).
Es un domingo inmejorable para celebrar la Función Principal de Instituto de una cofradía, después de una semana de reflexión durante el quinario. Y es lo más grande celebrar así una convivencia en la comida de hermandad.
Tal día como mañana se celebraba en sus primeros años el Pregón de la Semana Santa de Sevilla, y es actualmente el comienzo de la cuenta atrás semanal para ese acto que en todos sitios prácticamente se celebra el domingo de Pasión.
Llegados a este día las sensaciones se acumulan, las túnicas ya están colgadas esperando ser planchadas. Es un domingo para disfrutar (especialmente si luce espléndido como el pasado); haciendo honor a la traducción latina, para alegrarse. Y para vivir las citas, si se quiere, que no por íntimas dejan de ser multitudinarias. Y me viene a la cabeza como ejemplo palmario el mediodía en la plaza de San Juan de la Palma para no perderse la mudá del misterio del Herodes de la sevillana hermandad de la Amargura desde el local sito en la misma plaza, en el que están presentes todas las imágenes secundarias envueltas en sábanas, eso sí, perfectamente adivinables.
Y este gozo se intensifica más si a este espectáculo viene acompañado de una cervecita fresca, o copita junto a tapa, y con el fondo de marchas procesionales que cuando no suenan en el bar, es porque se escuchan a lo lejos provenientes del concierto que a la misma hora ofrece la hermandad de Montesión en la cercana plaza de los Carros.