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Sábado 23/11/2024
 
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Andalucía

Despedido de Abengoa por cumplir con su horario laboral

Un licenciado en Ciencias del Medio Ambiente ha denunciado a la empresa por no reconocerle los 5 años y 2 meses de trabajo. Nunca fue reconocido como indefinido a pesar de estar vinculado siempre al mismo proyecto

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  • La sede de Abengoa -

Las denuncias sobre las condiciones laborales que sufren los trabajadores de Abengoa proceden del interior (su plantilla) y también del exterior (los sindicatos), pero tienen rostro y afectados con nombres y apellidos que hasta han llevado su caso ante los tribunales. Uno de estos es el de Antonio M. S. S, un licenciado en Ciencias del Medio Ambiente que fue despedido “por salir a mi hora” y al que no le reconocieron su antigüedad a pesar de estar cinco años y dos meses en la empresa con un contrato por obras y servicios que nunca se hizo indefinido.

El relato de Antonio es el de la indignación pero también el de la liberación tras la experiencia vivida. “Como todos -dice- entré contento, con condiciones buenas y, como todo el mundo, echaba horas extras porque había trabajo. Pero ahora no hay y no te pueden exigir que eche más horas cuando no hay trabajo”. El ambiente empezó a enrarecerse con la historia del restaurante y la rebelión del ‘táper’, cuando comenzó a hacerse más que evidente el control obsesivo sobre los trabajadores. Había despidos pero cuando comenzaron los controles personales, cuando “aconsejaban” que salieran más tarde del horario establecido y empezaron las llamadas del departamento de Recursos Humanos amenazando con los despidos, la cosa empeoró.

El caso de Antonio también es el de la “movilidad”: trabajaba en Inabensa, en el departamento de I+D. Pasó por el centro de la Buhaira, por Palmas Altas y terminó en el de Torrecuéllar (Carretera de la Esclusa). Cinco años y dos meses en los que ha estado siempre vinculado al mismo proyecto, aunque nunca le hicieron indefinido a pesar de que es obligado hacerlo a los tres años y la ley lo impide si transcurren más de cuatro. Cinco años y dos meses en los que ha tenido que desplazarse al extranjero, aunque por periodos breves de un par de semanas, reconoce, recordando casos de compañeros a los que han mandado a Dubai o a la India sin posibilidad de decir no porque el despido estaba detrás de la negativa.

El despido

“Estaba molesto”, reconoce, por la imposición de las horas extra y decidió cumplir con su horario, algo que no gustó a sus superiores, y comenzaron las presiones. “Nunca habían puesto pegas a mi trabajo, de hecho no las pusieron, sólo me dijeron que ya no encajaba en el perfil, ni siquiera alegaron pérdidas” y un día de diciembre del pasado año, a las seis y media de la tarde, lo llamaron al despacho y lo despidieron dándole 8 días por año trabajado, a pesar del quinquenio que llevaba dedicando a la empresa. “Y a mí por lo menos no me vino el guardia a acompañarme y llevarme a la puerta”, dice con triste ironía recordando lo que sí ocurre siempre en Palmas Altas.

Sin embargo, lo que más le dolió fue que “nadie” de Abengoa se dignase a acudir al acto de conciliación. Ahora, espera juicio para finales de año y reconoce que lo más probable es que “lleguen con un cheque con el dinero que has pedido como hacen siempre”, porque la empresa no quiere ni juicios ni sentencias en su contra.

Antonio describe el mal ambiente laboral en el seno de la empresa. Los “de chaqueta” ni siquiera dan los buenos días y presionan de tal manera a la plantilla que hasta se ha encontrado a compañeros llorando en los servicios, sin poder darse de baja por depresión, soportando claros casos de mobing, “porque el día que te reincorporas, te despiden”.

Becario, usar y tirar

No sólo ocurre con los contratados, sino también con los becarios, que salen todos a las 19,30 o a las 20,00, a los que en Palmas Altas los llaman “de usar y tirar”. La primera evaluación, relata, es a los seis meses y todo son buenas palabras, los renuevan a todos, pero al año “los largan”. La “tasa de reposición por becarios”, dice, es nula, aunque reconoce que en sus primeros años en Inabensa sí que se contrataron a unos 40. Ahora, reitera, ninguno y les hacen trabajar como si estuvieran con contrato.

A la plantilla no sólo le obligan a echar horas “aunque estés mirando la lámpara” sino que viven en un constante “Gran Hermano” y no sólo por el hecho de tener que estar usando casi para todo la tarjeta. “Hay cámaras por todos lados y no he visto ningún cartel que lo indique”, recuerda, confirmando además no sólo que existe ese software de control en los ordenadores del que no se ha informado a la plantilla, sino que cuando pasan quince minutos sin utilizar el ordenador “te salta una ventanita y tienes que justificar qué has estado haciendo”.

La obsesión por ese control llegó incluso en Inabensa a que uno de los directivos implantase un sistema que “obligaba a los compañeros a espiarse unos a otros”, permitiendo controlar el trabajo que realizaban para después informar al jefe.

Para Antonio, este deterioro del ambiente laboral es una de las principales causas por las que se ha vivido una auténtica “espantá” en Abengoa, ya que la presión sobre la plantilla deja la sensación de que “no te miran por tu trabajo”, a lo que acompañan detalles como el hecho de que a los “repatriados”, aquellos que se encuentran en el exterior desplazados realizando algún proyecto, les rebajen las dietas a la mitad y en lugar de comunicarlo el jefe del proyecto o el departamento de recursos humanos sea el de marketing el que te escribe el correo electrónico.

Este periódico continúa esperando que Abengoa se digne a ofrecer su versión ante estas denuncias, sin que haya recibido contestación alguna a los numerosos requerimientos de información realizados.

Además...

Aquello es “como un patio de niños”

Antonio asegura que todos se quejan en Abengoa pero callan por miedo, porque es una empresa importante y si te despiden, está la idea de que nadie te va a contratar, a pesar de que si protestaran los 20.000, tendrían suficiente fuerza: “Yo quiero -dice- estar trabajando pero que merezca la pena, con dignidad, lo primero soy yo y mi salud”.

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