Hace unas semanas que me tocó -mala suerte la mía-, pasar todo el día en el colegio electoral, ya que fui elegido presidente de mesa en las pasadas elecciones. Como vivo de alquiler y me mudo más de lo aconsejable, sigo censado en casa de mis padres, y por ello tuve que volver a mi barrio para ejercer las funciones que se me encomendaron. Entre voto y voto, pasé el día hablando con antiguos amigos y vecinos, y la frase más repetida seguía siendo la misma: “la cosa está muy mal”. Se referían por supuesto al paro, que aunque endémico en la ciudad, se ha cebado especialmente con esta zona de Sevilla, un barrio que aun así sique adelante como puede, como ya lo hizo en los ochenta con el auge de la droga. Y es que, como las personas, hay barrios que nacen con estrella y otros estrellados, y el Polígono es de estos últimos.
La historia del Polígono de San Pablo está ligada a la tragedia desde su nacimiento, íntimamente relacionado con las “riadas” que sufría Sevilla cada vez que el agua de los ríos anegaba las casas de los trabajadores de la ciudad. Esta situación, digna del tercermundismo que caracterizaba a la capital, vivió un nuevo episodio en noviembre de 1961, cuando se rompió el muro de contención del Tamarguillo a la altura de la actual Avenida Kansas City. La tragedia repetida hizo que miles sevillanos fuesen víctimas de las nefastas previsiones de las autoridades franquistas, siendo -como siempre- los barrios más afectados aquellos que eran habitados por obreros: El Fontanal, La Corza, Árbol Gordo, La Barzola o La Calzada.
Ante la inoperancia de la administración se organizó la llamada Operación Clavel, que dirigida por el locutor de Radio España Bobby Deglané, partió desde Madrid en una caravana de camiones con ayuda para los damnificados. Una vez más, parecía que debía ser la voluntad solidaria y no la de los políticos la que iba a tener que solucionar la papeleta, pero lamentablemente, esta iniciativa acabó en desgracia cuando, al ser recibidos en la ciudad, una avioneta que acompañaba a la comitiva tuvo un accidente y en su aterrizaje forzoso cayó sobre la multitud que esperaba a los camiones. El resultado fue de una veintena de muertos y más de cien heridos, además de escalofriantes anécdotas del caos que se generó, y que fueron recogidas de los testigos por los cronistas de la época.
La situación había llegado demasiado lejos, incluso para el franquismo, con lo que finalmente se hizo necesario atender a las necesidades urbanísticas de la ciudad, y facilitar el acceso a la vivienda a miles de obreros, que pese a trabajar infatigables jornadas, no disponían de un techo digno. En 1964 se inauguraría el barrio A del polígono que se llamaría San Pablo como la autopista por la que llegó la ayuda de la Operación Clavel. Comenzaba ahí la historia de un barrio (o barrios) que se convertiría en uno de los asentamientos obreros más importantes de Sevilla, y que desde entonces ha recorrido un largo camino hasta llegar donde está, un camino que no siempre fue fácil, y que nos recuerda lo difícil que -en esta ciudad de contrastes-, lo tienen las clases populares.