El dramaturgo Albert Boadella ha alertado este miércoles respecto a la detención de los dos titiriteros en un carnaval madrileño --y ya puestos en libertad-- que "en el teatro, uno sabe que el actor no muerde ni insulta de verdad".
En este sentido, ha destacado que a los artistas se les puede "juzgar por injurias e insultos, pero teniendo en cuenta que la ficción es un atenuante". El director artístico de los Teatros del Canal ha lamentado en declaraciones a Europa Press que "a este paso, Otelo --el personaje de Shakespeare-- podría acabar en la cárcel por violencia de género".
Boadella no ha defendido que el mundo de la comedia esté "impune" ante cualquier acto, pero sí que se atienda a esa diferencia entre realidad y ficción. En este sentido, ha recordado que él mismo --que pasó por la cárcel por alguna de sus obras-- tiene "el ejemplo clarísimo" con 'Teledeum'.
"Con esa obra se nos juzgó por profanación porque se consagraba una hostia y un miembro de otra religión la cogía y la pisaba. Nuestra defensa fue que no podía ser una profanación, porque se trataba de una ficcion y la hostia era consagrada", ha explicado.
Preguntado sobre si programaría títeres en su teatro, ha respondido afirmativamente porque "son una cosa preciosa", pero reconociendo que no lo habría hecho con la obra de los dos titiriteros detenidos. "Soy gestor de un teatro público y no habría contratado una cosa parecida porque mi obligación es contratar aquellas obras que tienen incidencia estética y de calidad profesional", ha aseverado.
Asimismo, entiende que la responsabilidad de lo sucedido no ha sido de los comediantes, sino de "aquellos que les hayan contratado" para una obra no dirigida al público adecuado. "La responsabilidad de lo que ha sucedido aquí es de quienes han contratado, si no sabian lo que contrataban son igual de responsables y, si encima denuncian, es el acto mayor de cinismo que he visto", ha añadido.
"Además, cualquier cosa que sucediera en mi teatro yo sería el responsable absoluto, además de unos responsables políticos. Hay que entender que esto está hecho con dinero publico y un ente tiene unas obligaciones profesionales y estéticas que ofrecer", ha apuntado.
Respecto a futuras consecuencias para la libertad de expresión, ha aseverado que "históricamente, el juego entre comediantes y poder ha sido siempre jugar al raton y al gato". "Los comediantes han mostrado un ingenio extraordinario para decir aquello que querían, por transgresor que fuera", ha concluido.