Yo me quedé impresionado por el vigor y la frescura con que pisan el escenario tanto Antonio como sus siete músicos que lo respaldan.
Hoy es un día muy señalado, porque se cumplen nada menos que 25 años de la muerte de Camarón. Se me acumulan los recuerdos de aquellos miles de cañaíllas que fuimos aquel 2 de julio de 1992 a las inmediaciones del PuenteZuazo a recibirlo y lo acompañamos luego en volandas hasta el Ayuntamiento, donde los gitanos hubieran echado abajo las puertas del Ayuntamiento con tal de pasar la noche junto a su cadáver. Y luego en la Iglesia del Carmen…Iba a escribir estas líneas sobre Camarón, pero hay otros que han escrito muchísimo sobre él hasta la saturación y los locos no queremos ser cansinos. Solamente tengo que lamentar que, después de 25 años, el Museo dedicado a Camarón, tantas veces prometido, sigue esperando su turno como muchas otras cosas de esta Isla de nuestros pecados. Lo que tengo claro, dentro de mis pocas luces, es que, si Camarón llega a ser de cualquier otra ciudad, no habría hoteles (en todo caso, aquí no los hay) donde hospedar a tantísimos visitantes como llegarían a La Isla desde toda España y parte del extranjero. Somos así y así nos vamos a morir. Genio y figura.
Han pasado 25 años y la vida pega codazos y se desliza por otros derroteros. Ahora toca “Maita vende ca”.Estuve antesdeanoche en el Castillo de San Romualdo acompañando a unos amigos y me encontré de golpe con una savia nueva que brota vivaabriéndose paso a base de empuje por entre las conmemoraciones de las muertes: “Maita Vende Ca”. Este grupo, capitaneado por su vocalista Antonio Caña, hijo de Antonio, del Restaurante Macarena, vuelve a la actualidad con una fuerza extraordinaria. Ha querido dar a conocer, a través de un concierto gratuito, su nuevo trabajo discográficotitulado “X20+” (Por veinte años más). Es el octavo álbum de estudio y el primero que lanza en siete años. Además, Antonio quiere celebrar sus 20 años de carrera profesional. Yo me quedé impresionado por el vigor y la frescura con que pisan el escenario tanto Antonio como sus siete músicos que lo respaldan. Letras gitanasy músicas sentidas pasadas por el filtro del flamenco y una gran ilusión por abrirse de nuevo camino en ese mundo tan complicado y maravilloso de la música.El objetivo es volver a triunfar como ya lo hicieron en el pasado, incluso con mayor éxito, porque aquella llama no se apagó y se les espera con más ganas que nunca. El patio del Castillo San Romualdo, marco incomparable para este tipo de actos, estaba de bote en bote. Durante su actuación Antonio se sintió respaldado por su familia, por La Isla, por sus mejores amigos artistas con los que ya había trabajado anteriormente (María Jiménez, Sandra Carrasco, Juan Makandé, Alex O´dogherty, José Manuel Soto…) y en sus palabras se notaba que el amor por su tierra le sale sincero de muy dentro del alma.Destaco la vitalidad con que fue capaz de contagiar a todos los que asistimos a su espectáculo. Se le notaba nervioso y feliz a un tiempo.Se volcó rompiéndose la garganta, con chaqueta y sin chaqueta, riendo y sudando, saltando y asentando los pies en el escenario. Yo no he tenido la suerte de conocer a Antonio, pero conozco a su padre, que tanto ha luchado por favorecer desde su Restaurante Macarena el arte que hay en La Isla, cosa que La Isla noha sido capaz de reconocerle todavía,y solo quiero desearle a su hijo y a él todo lo mejor. Me encantó y estoy seguro de que muy pronto Maita va a vender muchísima ca. Como los años nos van comiendo poco a poco, espero que mis nietos puedan algún día asistir a otro espectáculo de Antonio, que sin duda será titulado “Xo20+” (por otros 20 años más). Mucha suerte, Antonio, y que tu nuevo trabajo discográfico te devuelva al lugar que mereces por tu esfuerzo y tesón.