El aplauso y la admiración del público fueron la mejor recompensa que pudo recibir Paco Zurita tras pronunciar el pregón oficial de Navidad. Fue presentado por la arcense Miriam Murciano, quien ofreció los principales rasgos del perfil cofrade, familiar y humano del también economista jerezano y director de Bankia en Jerez.
Paco Zurita, hermano mayor de la cofradía jerezana del Desconsuelo, comenzó su pregón con los saludos de rigor hacia el alcalde Isidoro Gambín y la presidenta de la asociación convocante, Carmelita Temblador (La Adoración). A partir de ahí, reflexionó sobre venida de El Salvador al mundo, en la primera Navidad que se conoce: “... Porque el mundo estaba en tinieblas y buscaba con ansiedad la luz que lo guiara en medio de la oscuridad. El mundo buscaba ese pozo de agua viva que aliviara su sed de Dios. El mundo buscaba en vano la forma de llegar a Él. Dios veía con amargura que la humanidad no se percibía de ese manantial de amor, y viendo sufrir a su pueblo sediento de su agua viva, envió al Espíritu Santo para que el manantial estuviera entre nosotros. Y escogió a una doncella para ser el manantial de su amor en la tierra...”.
Tras un claro ejercicio evangélico, fue describiendo sus sentimientos en torno a la Navidad: “Navidad es la ternura de un niño recién nacido, que hasta este mundo ha venido por querernos con locura”. “Navidad es esperanza, es alegría y consuelo, es la promesa del cielo, nueva y eterna alianza, es tener la confianza de ver a los que se fueron, aquellos que ya partieron y amamos en la memoria y celebran en la gloria del amor que aquí sintieron...”.
El pregonero introdujo un matiz festivo a su discurso: “Fíjate si Dios es grande que esto hay que celebrarlo, con pestiños y alfajores, con ricos huesos de santo, con peladillas de almendra y mazapanes, pistachos, polvorones y buñuelos, y fiestas en nuestros patios. Que esta tierra generosa ofrece a su Dios, dichosa, los dulces más deliciosos, los presentes más preciosos, las costumbres más señeras, zambombas en las hogueras, villancicos populares y un lugar en los hogares para el Niño que ha nacido...”.
Paco Zurita se refirió, como no podía ser de otro modo, a la Navidad en Arcos: “... Y es que no hay mejor manera de vivir la Navidad que hacerlo en esta tierra de Arcos de la Frontera”. El pregonero siguió hablando de los franciscanos como “los padres de los belenes”, para hacer historia de la tradición belenista tan arraigada en la ciudad: “En Arcos existe una gran tradición belenística fruto del trabajo de magníficos artistas que hacen de sus belenes verdaderos catecismos que explican sin palabras cómo fue el nacimiento de nuestro Salvador. La pasión por los belenes tiene tanta fuerza y arraigo que en cualquier época del año podemos contemplar el hermoso museo del belén donde Dios se hace presente en cada uno de los momentos representados. Pero Arcos es un belén en sí mismo, que en la época de Navidad invita al viajero a adentrarse en sus angostas calles para buscar el pesebre donde nace el Niño Dios. Cada callejuela empinada, jalonada de arcos y vistas al lago o la campiña, o sus cuevas y rincones, son visiones prodigiosas y mágicas en la época de Navidad, que nos recuerda cómo sería aquél primer nacimiento en Belén”.
Momentos también para la epifanía: “... Los reyes se arrodillaban, todos alegres cantaban y sonaban panderetas, y en las calles y plazoletas vecinos alborozaban. Mis ojos se iluminaban de lo que estaban viendo. Estaría yo durmiendo o mis sueños me engañaban. Los vecinos me miraban con sus ojos asintiendo, y así seguí recorriendo las calles que había soñado se ese belén deseado que me estaba poseyendo, y mi corazón latiendo se quedó como parado. Dios era el recién nacido y me había reconocido de cómo me había mirado. No lo habría imaginado. Es cierto lo que sentí, no fue verdad lo que vi, y así, estando atribulado, oí el susurro a mi lado de una hermosa piconera. Tu palabra es verdadera, no es sueño lo que has vivido, que el Señor nos ha nacido en Arcos de la Frontera”.
Sus últimas palabras fueron una llama de esperanza: “Y este pueblo agradecido, entendiendo su venida, ya espera la cruz teñida con la sangre del Señor que derrama por amor a esta tierra prometida y que le canta rendida a su amor y a su grandeza, que le canta y le reza, que le llora arrepentida con su alma en dos partida cuando la Cuaresma llega...”. La actuación de la coral roteña Virgen de la Escalera fue el mejor colofón tan hermoso acto.