Salta a la vista, o mejor dicho, daña a la vista. Hablamos de esas dos moles de hormigón que llevan prácticamente cuarenta años erguidas en el Paseo Marítimo de la playa del Carmen de nuestra localidad.
Las dos ‘galletas’, o búnkeres, se construyeron en la zona final del paseo, entre los bloques A y B, y B y C, de los apartamentos residenciales Albufera. Y aunque en la fase inicial del proyecto se recogía que iban a ser unas simples pérgolas ornamentales, tras unas cuanto mínimo extrañas modificaciones del mismo, el promotor acabó por construir dos bloques de hormigón cuya finalidad difiere según quién lo cuente. Un bar, un chiringuito o algo por el estilo… pero para nada una pérgola que diera elegancia a la entrada marítima de dichos edificios cuyos propietarios ya están más que hartos de los mismos.
Hartos porque no hay forma de que se derriben o al menos se cumpla con la resolución de Demarcación de Costas de un retranqueo que conlleva tirar los vuelos de esos bloques de hormigón. Hartos de que “se hayan convertido en un foco de infección”, como demuestran cada dos por tres con imágenes de ratas que al parecer han encontrado en esas ‘galletas’ un hábitat ideal. Y están hartos de que las distintas corporaciones municipales, y sus correspondientes gobiernos locales que han ocupado la Alcaldía, “nos tomen el pelo” durante las últimas cuatro décadas.
Detrás de esos dos monumentos al mal gusto está la mano de Jesús López López, un promotor que llegó a ser durante un breve periodo de tiempo concejal de Urbanismo tras pactar su partido independiente con el PP de Juan Manuel de Jesús. “Creo que le tenían miedo”, asegura Alfredo Gimeno Benítez, vicepresidente de la Comunidad de Propietarios de Albufera B, aunque habla en nombre de la mayoría de los 134 propietarios que tienen su vivienda en los citados apartamentos.
Es cierto que “allí apenas viven un diez por ciento de los propietarios, que solo vienen en verano o durante épocas vacacionales… por eso quizás no nos tomen nunca en serio y se demore tanto encontrar una salida”.
Pero también es cierto que “no nos vamos a cansar, queremos saber si el Ayuntamiento va a cumplir con la resolución, queremos saber por qué no se le cobra el IBI y demás impuestos municipales… en definitiva queremos saber qué piensan hacer ”.
Un descontrol
La comunidad de propietarios se ha puesto en numerosas ocasiones en contacto con el Consistorio. La última vez ha sido una ronda de reuniones que comenzó en agosto y que ha logrado formar una comisión de seguimiento de dicho tema.
“No es cuestión del alcalde actual, pero no sabemos si es por miedo, por dejación o por colaboración, el problema sigue ahí año tras año”, explica Alfredo Gimeno, quien ya ha logrado hacerse con el expediente de dicha obra y explica que ambas edificaciones no están a nombre de Jesús López, sino de M. J. L. G., que quizás sea “su testaferro”.
De hecho la propiedad llegó a decir que “tenían la intención de tirarlo y que los vecinos no les dejamos, algo que es incierto, pero que ha servido de excusa para que desde el Ayuntamiento se lavasen las manos”. Según estos vecinos, “hubo un momento en el que el Consistorio le ofreció a Jesús López una permuta de suelo”, que finalmente no se llevó a cabo porque “él era edil de Urbanismo y no se atrevieron por las posibles consecuencias legales”.
Ambos bloques de hormigón permanecieron abiertos durante un tiempo. “Ahí veíamos de todo, era un descontrol”, pero años más tarde “el Ayuntamiento procedió a cerrarlos y que nosotros sepamos no se le pasó la factura al propietario”. Ahora, cerrados a cal y canto, con grietas en su estructura, “suponen un peligro para los vecinos, está lleno de ratas, tiene unos sótanos que se inundan y se convierten en focos de infección”, eso sin hablar “del daño que causa al paisaje y a la vista que podrían tener hacia el mar muchos de los apartamentos”.
Y es que a nadie se le escapa que también suponen un perjuicio a la hora de venderlos o alquilarlos, porque “están en un pésimo estado, con la terraza y el interior repleto de basura, y son feos, muy feos”. No en vano hablamos de dos bloques de hormigón que emergen sin sentido a la entrada de cada fase de los pisos.
Resolución sin cumplir
Hablamos de una comunidad de propietarios del Bloque B que ya demandó al Ayuntamiento para que derribase esas edificaciones semiconstruidas entre los bloques del conjunto residencial y contra el dictamen del 20 de septiembre de 1.993 de la Dirección General de Ordenación del Territorio y Urbanismo de la Junta que instaba a derribar los vuelos. Una demanda que fue desestimada pero que mantenía la obligatoriedad del derribo de dichos vuelos y la imposibilidad de obtener una licencia de apertura, la cual estaba y está supeditada al cumplimiento de dicha resolución que a día de hoy no se ha cumplido.
Por ello, los vecinos quieren que se acate y se lleve a cabo dicha resolución, que en la práctica conlleva el derribo final de las edificaciones, o bien que se ejecute el primer proyecto aprobado que hablaba de unas pérgolas.
El Consistorio, a día de hoy, ofreció, según Alfredo Gimeno, “que la comunidad comprase ambas ‘galletas’, lo cual es inviable porque, entre otras cuestiones, necesita la unanimidad de todos. Y también nos dicen que el Consistorio no tiene liquidez, pero eso no le exime de cumplir la resolución de la Junta del derribo de los volantes… y luego pasarle la factura al propietario. Lo que no podemos es seguir así”. E insisten en recordar que “sepamos, la propiedad no ha pagado, ni paga, ningún impuesto municipal”.
Por su parte, desde el actual equipo de Gobierno aseguran que el objetivo es derribo de ambas edificaciones. La fórmula que en estos momentos están estudiante es la expropiación de los mismos por ruina y peligro de derrumbe dado el estado de abandono en el que se encuentran.
Mientras se resuelve un problema urbanístico que perdura más de cuarenta años, esos dos extraños locales de hormigón siguen en pie, sin uso alguno, deteriorándose y con el perjuicio de ser un foco de infección para los vecinos de la zona y un lastre para la vista en pleno frontal marítimo de Barbate.