El mundo del carnaval gaditano subsana, enmienda y repara una de esas deudas históricas que tenía contraída con uno de esos autores que revolucionaron con su pasión por las coplas las tablas del Gran Teatro Falla. Y es que en cada poro de sus ladrillos colorados aún resuena y late el eco de la voz de ese maestro que trasladó su arte y su amor por el carnaval forjado entre el verde de La Breña, el azul del Atlántico y el blanco encalado de las casas que se alzaron alrededor del Hoyo la Tota de Barbate, donde nació y pasó su infancia nuestro insigne Manuel Varo, flamante Antifaz de Oro en este año 2023.
Hace aproximadamente un mes fue cuando intuyó que su nombre formaba parte de la propuesta que la Asamblea Honoraria de Antifaces de Oro elevaría al pleno municipal en Cádiz capital. “A José Ramón Zamora, Quico Zamora, le hicieron un reconocimiento en la calle donde él vivía”, relata Manuel Varo. “Ese día estuve allí dada la amistad que nos une. Y una vez allí, Carmelito, uno de los componentes que salía Enrique Villegas, me dio la enhorabuena. Entonces, Paco Oliva, que venía conmigo, miró para al lado y puso una cara extraña. Claro, yo me quedé con la mosca pero solo dije que sí, que gracias, que este año regresamos con el coro. Vamos que le entré por el coro pero me quedé un poco extrañado. Eso fue hace cuatro sábados. Noté que algo pasaba, pero claro, después de tanto tiempo y como en Cádiz conozco a tanta gente, pues no pensé en eso. Eso sí, regresé a Barbate con una ilusión enorme esperando a que me llamaran porque ya tenía la mosca tras la oreja aunque no estaba seguro porque en Cádiz hay mucha gente que lo merece igual o más que yo. Incluso personas que ya no están entre nosotros y a las que se les entrega a título póstumo”.
Y al cabo de unos días, “me llamó Antonio Oliva para decirme que me había tocado y la ilusión fue enorme. Un Antifaz de Oro para un carnavalero es lo máximo, y para los que hemos estado toda la vida no persiguiendo ese galardón, sino renovándonos una vida y otra vida. Y es que aunque tenga 76 años, la verdad es que tengo 160 años, porque debo sumar los 89 ó 90 tipos que hemos creado y hemos vivido. Cada tipo para mí era una vida… me hacía afilador, almadrabero… Me tenía que meter en la vida de cada uno de ellos para desarrollar esos personajes, desde el habla hasta sus comportamientos y su forma de vestir. Por eso no tengo 76 años, tengo 160 años (risas)”.
Varo reflexiona y nos explica que “después de tantos compañeros a los que se les ha otorgado tras fallecer, como Juan Carlos Aragón, el Peña, Paco Alba, yo me siento como un privilegiado. A mi edad y todavía activo en el Carnaval, es algo increíble”.
Regreso estelar al Falla
Un Antifaz de Oro que llega un año después de su regreso al Gran Teatro Falla tras su participación estelar en el primer coro que Barbate llevaba a Cádiz, ‘La Fábrica de Conservas’, que tan buen sabor de boca dejó y en el que vivió otro momento mágico… “Sí, cuando me sacaron vestido de fenicio de una lata de conservas. Me acordé de los Escribas del Faraón, donde llevábamos a un dios en un sarcófago y cuando se iban los escribas, como el sarcófago no tenía fondo, el dios se quedaba allí sobre el escenario, que era Manuel Varo Tirado(igual que yo), hermano de José Varo…”.
Pero su impronta en Cádiz siempre ha estado presente. “También me acuerdo mucho de un reconocimiento que quizás no tuvo tanto eco pero para mí fue muy importante. Hablo la Estrella de la Peña La Estrella que me la otorgó en 2019. Me encantó porque son reconocimientos que tienen los privilegiados y es verdad que en la vida real como en la carnavalera me siento un privilegiado”.
“El Carnaval me ha dado tanto que me encantaría que mucha gente disfrute de esas experiencias porque son muy lindas, emotivas… es un mundo en el que crean muchas amistades que te saludan con el corazón… El dinero es una cosa y la felicidad que se extrae de esas vivencias es otra… claro que me gustaría tener dinero y felicidad, claro (risas)”, nos explica Manuel Varo durante la charla que hemos mantenido esta semana.
Evidentemente le preguntamos por cómo ve al coro de Barbate que regresa de nuevo este año al Falla… “lo veo con mucha ilusión. Me encanta. Tenemos la suerte de contar con un gran director como es José Manuel Cardoso, que se deja la piel para sacar adelante una tarea muy complicada. Luego también está José Manuel Pérez con un gran currículum de comparsas y mucha experiencia en Cádiz. También María del Mar Ramos, que canta que es una maravilla. Luego hemos tenido la suerte de contar con mujeres que cantan como si fuera solo una voz, sutil, bonita y que llega a todos los tonos. Con los hombres igual, con una mezcla perfecta entre jóvenes y no tan jóvenes… Somos 59 los componentes, con lo que no veas para repartir las entradas (risas). Veo que el coro este año tiene posibilidades, tanto por el repertorio que es muy bueno, como por el tipo elegido”.
La clave “es ilusión, ilusión e ilusión. Y es corazón y corazón. Esa fue la clave del año pasado y también la de este año, aunque en Cádiz ya no podemos sorprender porque ya tenemos un nombre, con lo que tenemos que dejar claro que somos los mismos pero con aún más ilusión y ganas”.
El pasado año fue un pelotazo y eso que ‘algunas’ voces dudaban del éxito de ese coro formado por figuras de nuestro carnaval y que decían que había muchos gallos en un mismo corral. Manuel Varo sonríe… “Tenemos la suerte de que esos gallos han salido muchas gaviotas. En verdad no había tantos gallos. Era un corral donde cada gallo sabía lo que tenía que hacer. El corral estaba perfectamente organizado y de ahí sale este coro que este año cuenta con soniquetes más gaditanos, más fuerza y con la experiencia de lo aprendido el año pasado”.
Del Hoyo la Tota al Falla
Pero vayamos por parte y echemos un vistazo a la trayectoria de Manuel Varo. El Antifaz de Oro nació en 1946 en el Hoyo la Tota, en la calle Ebro, número 7. “Antiguamente en Barbate había dos matronas que iban a la casa”, recuerda.
Un Hoyo La Tota que es pura esencia de aquel Barbate. Un Hoyo la Tota que “tiene una gran simbología para mí, tanto carnavalesca como cultural. Allí iban a parar casi todas las aguas de Barbate. En el centro se formaba un lago… un enorme charco que los niños tratábamos de quitar para jugar al fútbol. Todas las aguas acaban allí que se las tragaba para verterla al río. Es decir, todo lo malo se iba…. Aunque tengo que reconocer que alguna rata y alguna cucaracha también salía. Cuando aquello se anegaba salía el agua por el patio de mi casa que estaba a veinte metros. Las que estaban más cerca, pues imagínate”.
“Tenías al lado el Huerto de la Garría, también había una especie de viña muy cerca, La Picota, junto al colegio Don Conrado… estábamos rodeados de naturaleza. Lo más lejos era la carretera del puerto, el quiosco de Camarón…”, recuerda con cierta nostalgia… “El cine nuestro, el de los chicos, era el Cine Malia que tenía una escalerilla con un sobre techo de madera y como éramos un poco gamberros, incluso orinábamos y le caía a los de abajo (risas). Luego estaba el Cine Avenida, el Cine Puerto, el Cine Atlántico, el Cine Lázaro… yo conocí en Barbate siete cines, cuatro de verano y tres de invierno. Barbate era el centro neurálgico de la Janda y casi más. Cuando el estraperlo, de Ceuta, Melilla, Gibraltar, aquí llegaba de todo. Era la farmacia, era el economato de todos los pueblos. Tengo amigos de otros pueblos que me decían que pasaban hambre y nosotros aquí teníamos el mejor queso de bola, los higos envueltos en palma, los melocotones de Huelva, de Málaga los vinos… y aunque no nos dábamos cuenta, sí lo disfrutábamos”.
Eran otros tiempos. “Era una época muy natural, muy buena, bondadosa, había mucho dinero gracias a los barcos. Con cuatro o cinco años de las partías de mis tíos a lo mejor cogía cuatro o cinco duros… Había abundancia y estaba más o menos bien repartida. Eso sí, también recuerdo las cartillas de racionamiento y tenía que ir a por un octavo de aceite… ya ves, un octavo de aceite que yo pensaba que no daba ni para dos ‘vienas’ de Paca La Luz”.
El veneno del carnaval
Los primeros recuerdos del Carnaval le vienen “cuando iba con mi hermano Pedro a Cádiz. Yo tendría unos once años. Mi hermano se llevaba allí los seis meses de invierno en una cama de yeso tras un golpe que se dio. Yo me iba con él y coincidía con el Carnaval. El tenía una novia en el Barrio de Santa María que se llamaba María del Carmen y yo iba desde la calle Botica, número 20, hasta el Hospital de San Rafael para llevarle el desayuno o cualquier otra cosa. San Rafael era más bien una especie de fonda donde entraba y salía cualquiera. Había infernillo para las comidas de los enfermos. Y eso estaba pegadito al Falla”.
Recuerda el año 1958 cuando estuvo “todo el día detrás de Los Julianes de Paco Alba y de los Periodistas de Fletilla… me sabía todos sus repertorios. Tenía mucha avidez para aprender y además luego mi hermano compraba el cancionero y nos aprendíamos todas las letras. Y claro, cuando regresaba mi hermano a Barbate ya en verano, el Hoyo La Tota era un barrio de Cádiz. Recuerdo que había una gramola en la cervecería de Pepe Machaco, que por ciento este año llevamos un tango recordándola, en la que escuchábamos a Rafael Farinas, pero también a coros como los Bichitos de Luz. Luego teníamos también la suerte de tener el bar Gallardo al lado donde había gente de Cádiz y muy gaditanos… y nos reuníamos a cantar las coplas de Paco Alba y de Enrique Villegas”.
Tampoco olvida (¿cómo olvidarlo?) el día que Paco Alba llegó “al Bar Gallardo con ‘Los Corrusquillos Gaditanos’ y le dijeron que había un niño que cantaba muy bien, que era yo. Me dijo que le cantase algo y me puse a tararear una copla de ‘Los dandys Negro’ de Enrique Villega, los competidores de Paco Alba, que se reunía en el Hóstal (risas)”.
Ya con el veneno del Carnaval inoculado en sus venas, en cada una de sus arterías, impregnando las entrañas… comenzó su andadura en Cádiz. “El primer año que fui al Falla fue con Los Fenicios en 1973. La experiencia fue extraordinaria y quedamos los terceros de la provincia. Y ahí empezamos”.
De repente sonríe y nos dice que quiere contar una anécdota “porque resulta que en los camerinos había unas pequeñas ventanas en lo alto y escuché a alguien golpearla. Al mirar, quién te crees que me encontré para entrar… se estaba colando Isidoro, hoy un flamencólogo de categoría. Allí estaba su hermano Antonio Alba”.
El Carnaval era en mayo y en junio, “pero nosotros con los bailes de Navidad acercábamos el Carnaval a febrero, con mucha mala leche. Las máscaras. Nos disfrazábamos, sacábamos nuestro repertorio y hacíamos los bailes en La Pachanga y en Los Bandoleros. Allí se concentraba todo Barbate. Era apoteósico. En la plaza del Ayuntamiento, el día de las uvas en lugar de las campanadas eran coplas de Carnaval. El Niño Dios era más gaditano que nada”.
Tocar el cielo en la capital
Después de Los Fenicios, llegaron Los Cariocas, que tras “unas desavenencias saqué una chirigota como era Los escribas del Faraón y quedamos segundos. Luego sacamos otra chirigota, Los que se fueron, con mi hermano Pedro, Guillermo, Pacheco… y quedamos los terceros”.
Y a partir de ahí llega el aluvión de premios. Los Traiñeros, una comparsa juvenil muy querida en Cádiz. Embrujo, Los Regidores… hasta 1981 “cuando voy con una infantil, Los Ilusionistas, donde se sacó de una chistera un conejo al que no se le habían amarrado bien las piernas y aquello comenzó a correr por todo el escenario del Falla”.
Y llegamos a 1983 “cuando mi hermano y Guillermo hacen una comparsa y nosotros hacemos otra, Los Jinetes de la Pampa, que fue tercer premio en Cádiz” por detrás de ‘Agua Clara’ y ‘Robots’. Es cuando ya el concurso se había unificado, sin distinción entre provincia y Cádiz capital.
Luego, y a nadie se le olvida, llega el año 1984 cuando acudió con Filo Andaluz, que “lo reventó” logrando un histórico primer premio. Tras el enorme éxito, llegan Los Danzarines de Bangkok, una comparsa adelanta a su tiempo y a la que “se le acusa de mucho lujo y a la que le pusieron muchas pegas porque, claro, ya habíamos ganado dos veces y la tercera como que no. Eso nos cabreó bastante e hicimos Cargaores de Cádiz, algo que no entendía cómo no lo habían hecho ni Antonio Martín, ni Pedro Romero, que siempre le cantaban al cargaor. Eso sí, era complicado. Era acercar Semana Santa al Carnaval, y más en Cádiz. Así que hicimos una cosa exquisita y lo hicimos muy bien, con mucho respeto. Quedó muy bien y fuimos segundos (frunce el ceño)… es que entendemos que merecíamos algo más”.
Esfuerzo, pasión y revolución
Varo conquistó el Falla con esfuerzo, con pasión y trasladando a la capital una innovadora revolución que, como todas las revoluciones, tuvo muchos adeptos y algún que otro detractor que, eso sí, no impidió que su sello marcase un antes y un después en el concurso, dejando su impronta y la marca de Barbate por todo lo alto.
El uso de atrezo, la musicalidad y una despampanante puesta en escena formaban parte de esa revolución. Y es que “cantar como Cádiz era imposible. Allí se canta con unos soniquetes y de una forma muy especial. Cantar más fuerte que El Puerto es todavía más imposible. Así que nosotros teníamos que intentar innovar algo. Le dimos al público algo que nunca antes había visto desde el atrezo hasta los instrumentos… una teatralidad que no existía”.
Después de los Cargaores, acudió al Falla con Los Cañones de Cai, “una comparsa bastante, bastante decente”. Luego Almadraberos “donde realizamos una alabanza a Barbate extraordinaria. Luego ya, como todas las cosas, nos quedamos ‘En el aire’…”.
Y tras ‘En el aire’ “decidimos no ir más porque no algunos componentes se fueron y tras lo conseguido, no quería mendigar un premio. Así que decidimos dejar las comparsas, pero no el Carnaval… continué y continúo con las infantiles y las juveniles, ayudando a Cayetano… nunca me he desvinculado del Carnaval”.
Le preguntamos qué se necesita para que Barbate vuelva a gozar de una época dorada en el Falla. Manuel Varo lo tiene claro. “Hace falta otra revolución. Y las revoluciones cuestan vidas. Hace falta mucha ilusión y mucha unión. Con el coro casi, casi ha podido pasar. La idea era unirnos todos, unos quisieron, otros no… Eso es lo que hace falta. Barbate tiene suficiente calidad y unos artistas jóvenes capaces de hacer muchísimas cosas. Hay suficiente talento para hacer algo grande, aunque cada vez es más complicado lograr un primer premio. Pero sí hay potencial para estar ahí presente y dar testimonio de nuestro pueblo”.
Un espacio digno y los fantasmas
Y qué se necesita para que el Carnaval en Barbate sea grande de nuevo, tras unos años de cierta decadencia. “Hace falta un lugar digno para que las agrupaciones desarrollen sus repertorios. Eso está claro”, señala en alusión al Cine Avenida u otros espacios similares.
Un espacio digno, sí, pero “luego lo más difícil para mí es que cada uno sea como es. Y hay que dejar a un lado la mediocridad porque al final esa parte obstruye a la otra, a la buena, a la más importante. Hay que dar protagonismo a aquellos que son capaces de hacer cosas maravillosas, de hacer cosas que pocos hacen porque no pueden, no quieren o no se les ocurre. Y esa parte existe pero está oculta por la mediocridad. Hay que volver a la idiosincrasia de Barbate donde seguíamos a una, dos o tres personas, pero con las que estábamos seguros de triunfar… ¿ahora a quién sigues? Fantasmas hay por todos lados, yo entre ellos, pero hay algunos fantasmas que merecen la pena seguir porque te van a llevar a una nube o a un sitio que desconoces. Tenemos que seguir a aquellas personas que son estrellas en nuestro cielo barbateño. Y eso vale para todo, pero sobre todo para el Carnaval”.
Y ya nos despedimos preguntándole sobre sus dos pasiones, su pueblo y el Carnaval… “Barbate es mi ilusión, mi ego, mi corazón. Y el Carnaval son mis pulmones. Es una bendita afición”.
Así es Manuel Varo, un enamorado de Barbate y de las coplas, una persona humilde a pesar de ser un grande del Carnaval, un autor que alcanzó metas que parecían imposibles y que tras lograr el reconocimiento del concurso en forma de premios, ahora será distinguido, de forma más que merecida, con el Óscar de estas fiestas, el Antifaz de Oro. “Me acuerdo de todos los Bandoleros que han estado junto a mí durante todo este tiempo. Luego de Antonio Alba, Guillermo, Ramón Urbano y otros muchos que nos miran desde arriba y que seguro que tienen la misma ilusión que nosotros porque aunque no hayan llegado a tener el Antifaz de Oro, sí lo tienen en su alma que está allá arriba”.
Con el Antifaz de Oro a Manuel Varo, el Carnaval de Cádiz salda, por fin, su deuda no solo con este imprescindible autor, sino con todo el pueblo de Barbate que tanto y tanto ha dado, y sigue dando, a esos sueños que en forma de copla se cantan en febrero.