La empresa municipal Emasa ha abierto ya el plazo para renovar las tarjetas de residente que habilitan para estacionar en zonas verde y naranja del casco histórico sin tener que abonar cantidad adicional alguna en los parquímetros. Las tarjetas de 2020 tendrán validez hasta el 15 de febrero, fecha hasta la que podrán expedirse renovaciones para todas aquellas personas que no domiciliaron el pago en la solicitud de la tarjeta de 2020.
A las personas titulares de tarjetas de residente que sí decidieron domiciliar los sucesivos pagos en la solicitud de la tarjeta de 2020 se les pasará directamente el cargo y se les avisará desde Emasa para que tan sólo pasen a retirar la nueva tarjeta que tendrán que colocar en sus vehículos en este 2021.
Quienes no domiciliaran el pago y sí tengan que realizar el trámite de la renovación, pueden acudir a las oficinas de Emasa (calle Dr. Herrera Quevedo y calle Plocia, entrada por puerta trasera del Palacio de Congresos) de 9:00 a 13:00 horas de lunes a viernes para completarlo y abonar la tasa, cifrada en 50 euros más 20,40 euros de gastos de emisión de la tarjeta. Para el pago se contempla también la posibilidad de hacerlo en dos plazos (un primero de 45,40 euros y un segundo de 25 euros).
La empresa municipal de movilidad explica que ampliando hasta el 15 de febrero el plazo para las renovaciones actúa “con flexibilidad” teniendo en cuenta que fue a finales de octubre cuando entró en vigor la nueva ordenanza de estacionamiento regulado, y recuerda al mismo tiempo que el personal de control y vigilancia de las zonas de estacionamiento regulado tienen una relación actualizada en sus dispositivos electrónicos de los vehículos que tienen en vigor la tarjeta de residente, a fin de expedir las denuncias oportunas a los vehículos aparcados en ellas que no estén acreditados. El personal de control y vigilancia actúa en todas las franjas horarias durante los siete días de la semana de forma alterna.
Emasa recuerda que gracias a la nueva ordenanza de estacionamiento regulado se están logrando los objetivos marcados en ella: reducir el tráfico motorizado en el interior de los barrios del casco histórico logrando espacios más seguros y, al mismo tiempo, ofrecer prioridad a los residentes sobre la gran mayoría de zonas de aparcamiento en espacios tradicionales de saturación del tráfico como el casco histórico, Bahía Blanca y calles adyacentes del Paseo Marítimo, con la idea aparejada de rebajar la presión del tráfico rodado en esos lugares.