Sus inicios en la literatura y la dramaturgia fueron precoces, desde joven el escritor puertorrealeño Antonio Castaño sintió la llamada del arte a través del teatro. Habla de la vida, del paso del tiempo, de la libertad y de todo lo que se le pasa por la cabeza, porque este dramaturgo, reportero, director de escena y autor, no escribe para publicar,
“escribo por necesidad interna. Siempre le he dado mucho valor a la casualidad, y mi relación con la escritura es muy parecida a la frase de San Agustín, busquemos como buscan los que aún no han encontrado, y encontremos como encuentran los que aún han de buscar. Es decir, si te quedas pendiente, agudizas los sentidos, siempre vendrá algo hacia ti, se atrae de alguna manera, y eso también me ha pasado a mí”.
Podría decirse que Castaño ha experimentado cien vidas en una. Empezó adaptando obras de cine a funciones para representarlas en el colegio, más tarde, gracias a las jornadas de teatro de su pueblo natal, afianzó su afición por el arte dramático. Ha dirigido varias obras, y la última, en la que conmemoraba el centenario del
Concierto Flamenco en la Real Filarmónica Academia de Santa Cecilia 1922, llevada al Gran teatro Falla, fue todo un éxito.
Esta semana presentó en su lugar de residencia, Chiclana, Mujer descalza frente al mar. Una doble cita que comenzó el jueves con la presentación del libro en el Centro de Interpretación del Vino y la Sal, y que culmina este viernes con su versión escénica, producida por la compañía sevillana La Tarasca, con la bailarina Lucía Bocanegra, en el Teatro Moderno.
A caballo entre sus dos patrias, Andalucía y América, Mujer descalza frente al mar forma parte de su poesía dramática, un texto que recoge su mundo interior, surrealismo envuelto en la atmósfera del mar y sus dos orillas, entre todo, trascurre la historia de sus personajes, que no se conocen pero que recuerdan que en algún tiempo anterior habían existido y fueron amantes.
“Una búsqueda de la identidad”. Un acertijo laberíntico de palabra, “me considero transgresor a la hora de hacer teatro o poemas, me valgo de otras fórmulas más libres, con reglas más sorpresivas. Me sumerjo en la poética andando por el mar que me trasborda y desemboco en casa. Como los silencios del alma, que no se cuentan, no se oyen, pero están dentro de uno. Una manera de expresión propia, no puedes expresarte con las reglas de otros”.
La versión escénica de este texto, que también clausuró el Festival Andaluz de Artes Escénicas Anfitrión en Baelo Claudia, parte de ese imaginario poético pero es danza, teatro, artes visuales, un espectáculo transversal, intimista y bello. Una obra multidisciplinar en la que “se dibuja un sugerente paisaje audiovisual, sumergido en un mar de deseos y anhelos, asimilando el espíritu de una mujer que se siente sirena, a la que sus zapatos les resultan tan dolorosos como el destino al que pretende enfrentarse. Una mujer que se adentra en el bravo mar soñando desconocidos puertos. Un viaje en que de una u otra manera todos emprendemos”.
La publicación cuenta con la ilustración en portada de Enrique Buenaventura, director y teórico teatral, impulsor del método de creación colectiva. “Cuando mi amigo me entregó el dibujo, después de un tiempo sin vernos, me dijo, toma este eres tú en un barco entre Cali y Cádiz, lo que es mi vida”. Una obra que refleja la memoria y el paso del tiempo:
“/...y en la mar arrecia el viento apátrida de Levante/ Me cubro de olas y mi cuerpo respira sumergido en su vientre todo lo antiguo/ Es acá donde la vida me comienza y respiro.../...todo lo antiguo”.