Tras una brillante trayectoria de casi una década, inaugurada a finales de los 80 con
Basil el ratón superdetective,
Disney vivió relegada durante varios años a la sombra de los insuperables éxitos de
Pixar, de la que aprendió a modelar su propia forma de animación digital bajo la supervisión inicial del propio
John Lassetter, hasta propiciar el reencuentro de su fórmula clásica -incluida la vertiente musical- con una escritura y enfoques más modernos que estaban ya presentes en la excepcional
Enredados, que supuso un nuevo punto de partida y guía para los proyectos que ha ido desarrollando a continuación, desde El viaje de Arlo a las dos entregas de
Frozen, Vaiana y
Zootrópolis, una película digna de ser redescubierta. Precisamente, al frente de esta última se encontraban Jared Bush y Byron Howard, responsables junto a Charise Castro Smith de su última producción,
Encanto, una pequeña joya que vuelve a poner de manifiesto el notable estado de salud de la factoría de animación y su eterno compromiso con el cine de calidad.
Ambientada en Colombia -lo que, al igual que en
Coco y la citada
Vaiana, imprimen un sentido tradicional, folclórico y musical que sirven de guía a la narración-, la película cuenta la historia de una peculiar familia, los Madrigal, dotada con un don mágico y benefactor que ha ido marcando la vida de cada uno de sus componentes, a excepción de Mirabel, que sigue buscando un sentido al papel que debe desempeñar en el seno de tan talentosa y comprometida prole. Por el escenario y el reparto coral tal vez cabría esperar un mayor sentido del realismo mágico, pero ya sabemos que lo que se le da bien a la Disney es el ilusionismo mágico, y en
Encanto encuentra un feliz, festivo y luminoso desarrollo, envuelto en las muy inspiradas canciones creadas por su nuevo compositor de cabecera,
Lin Manuel Miranda, que enriquecen la trama y el trasfondo de los personajes principales, sin perder de vista las raíces musicales ni la riqueza expresiva del género.
El filme, a partir de un guion de Jared Bush y Charise Castro Smith, no deja de ser una historia de descubrimiento personal, de salto hacia la madurez, desde el punto de vista de su joven protagonista, pero se nutre asimismo de una lograda comicidad en torno a las particularidades de tan estrambótica familia que aporta la química necesaria que inspira y da sentido al cine mismo como insuperable entretenimiento.