El actor, productor, guionista y realizador australiano Joel Edgerton, cosecha del 74, se estrena en el largometraje con esta película, que también ha escrito, y para la que se ha reservado el personaje -sobre el papel- más inquietante. Completan el excelente trio protagonista Jason Bateman y Rebecca Hall.
108 minutos de metraje. El guión es del propio director. Su música, ajustada al relato y nada efectista, la firman Danny Bensi y Saunde Jurriaans. Su excelente fotografía, el catalán Eduard Grau, responsable también de las de ‘Sufragistas’ y ‘Suite Francesa’. La historia remite a una pareja de éxito que acaba de trasladarse a un barrio residencial y allí comienzan a recibir inesperados y persistentes regalos de un amigo del pasado del marido, que darán un vuelco a sus vidas. Pero nada es lo que parece…
Y nada es lo que parece, de verdad. Nada es lo que cabía esperar de un argumento como este, que conocemos en todas sus numerosas variables. De un argumento plagado de tópicos y clichés. De un argumento de desarrollo lineal y previsible. De un argumento que ha dado lugar a mediocres películas y a horrendos telefilmes. De un argumento con olor a rancio maniqueísmo. De un argumento defensor del orden -social, de clase, conyugal-frente al-la marginado-a, al-la solitario-a, al-la perdedor-a. Frente al-la diferente.
Aquí no. El arranque tantas veces visto, que auguraba el desarrollo convencional descrito, sorprende y abre brechas. En el status quo. En la vidriosa personalidad de la presunta víctima. En las vivencias del teórico acosador. En los secretos y mentiras de un pasado conjunto y nada inocente. En la situación de una mujer doblemente oprimida y alienada. Doblemente utilizada por ambos y por su rivalidad como varones.
Factura impecable. Tensión in crescendo y nunca gratuita. Un guión solvente. Un ritmo que no decae. Una cinta de vocación comercial, de género, que no ofende a la inteligencia. Ya hemos hablado de un reparto entregado y de talento. Un final desasosegante, perverso y abierto. Háganse el regalo de no perdérsela.