La experiencia de cualquiera de nosotros está llena de cosas buenas y malas, y aprendemos de nuestros aciertos y errores y de los demás. Cuando tenemos conciencia de que estamos en este mundo nos creemos eternos y que nuestros caminos no tienen fin , pero con el tiempo nos damos cuenta lo que decía Eudora Welty que “Toda experiencia es un enriquecimiento en lugar de un empobrecimiento”
Aunque, a veces hay quienes no aprenden, tal vez por lo que decía el gran Leonardo Da Vinci “La Naturaleza está repleta de razonamientos que no tuvieron nunca la experiencia”. La vida está llena de frentes que se unen o contraponen, lo importante es no quedarnos paralizados y ser capaces de avanzar.
Lo que nunca deben dejar de ser los caminos andados, son vías de aprendizaje, veteranías llenas de sorpresas y no hábitos rutinarios, madureces de nuestras relaciones con el mundo, aprender que nuestro transito por éste, es la brevedad de un suspiro y un día envejeceremos.
Hay momentos en los que parece que estamos vacíos y no hay nada, y otros en los que no sentimos llenos, con un combustible de ideas, emociones y sentimientos, en los que tienen cabida las propuestas de cada cual, pero no debe haber lugar ni para los miedos ni las amenazas.
Los caminos andados nos llevan, a veces, más allá de lo que hubiésemos querido o nos quedamos cortos sin alcanzar la meta que nos habíamos propuesto. Lo que no deberíamos ponerle fronteras es al amor, a los abrazos, a las palabras de apoyo y afecto.
Somos protagonistas o testigos de nuestros caminos, y los hemos pintado de colores o los hemos vivido en blanco y negro, momentos de tensión y ratos de humor. A lo largo de los caminos recorridos, nos encontramos todo tipo de sujetos, desde malos amigos hasta buenos enemigos.
En el colmo de las contradicciones nos damos de frente con tontos felices e inteligentes desgraciados, y entre alegatos y supuestos, debemos tener siempre en cuenta para “hacer camino al andar” como diría Antonio Machado a las personas por su calidad, sencillez y honestidad.
Resulta muy peligroso toparnos con el falso civismo, con los hipócritas, con los que no tienen interés en aprender nada, los que desde el egoísmo no quieren vacunarse, aunque ejerzan su libertad , y nos pongan en peligro a los demás. Y como dice mi admirada Maruja Torres el 24 % de los europeos que no lo hacen , son gilipollas.
Cuando debemos asumir responsabilidades, no vale echarse las cosas a la espalda o mirar para otro lado, como si no fuera con nosotros, y nos damos cuenta que somos vulnerables, y que entre jaleos y jaranas constatamos lo que es verdad y es mentira.
En las superficies y en las profundidades, haciendo ecos y dejando huellas, los pequeños placeres nos proporcionan disfrutar mucho, necesitando poco , para con la llave del baúl de nuestros tesoros interiores , descubrir las claves y señales que nos llevarán a conocernos mejor.
Amor en cada gesto, mimo en cada acto, belleza en cada palabra, generosidad en cada palabra, leer el mundo en los ojos de los demás, hacer un esfuerzo por escuchar y no querer imponernos por encima de todo, intentando ser siempre amables.
Y terminamos como empezamos, recurriendo a alguien que nos diga como Bram Stoker que “Aprendemos de las grandes cosas con pequeñas experiencias”