Qué bonito todo

Publicado: 08/04/2024
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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Mi única pena es que no hemos podido disfrutar de una petalada a un paso de cebra, o una saeta a la nada
No hay duda. Todo ha sido muy bonito. No se le puede poner un pero, una coma, un ápice de crítica a nuestra Semana magna. Porque, como siempre, todo sale perfecto. El orgullo cofrade anda hoy por las nubes. O por encima de ellas, para no mojarse.

Habrá muchos que no entiendan que el patrimonio de una cofradía es lo de menos, y que lo realmente importante es que quede bien claro lo que es una hermandad puntera y valiente, se moje quien se moje. Que lo de menos es poner en peligro a músicos, nazarenos y hombres de trono, porque lo que realmente trasciende es que todo el mundo vea lo bonito que queda un cristo o un palio bajo plástico. Que luego hay que restaurar, pues se restaura, y no pasa nada.

Los habrá que no alcancen a comprender que un mayordomo de una cofradía pueda, sin pudor y a cara descubierta, unir religión y política, porque no se puede ser cofrade y disfrutar de la Semana Santa si se es de izquierdas. Hay que ser de derechas, y mucho. Lo suficiente como para comprender la grandeza de Franco. Le importa muy poco lo del anonimato del nazareno y aquello de amar al prójimo, mientras que quede cristalino su odio hacia rojos y demás calaña. Que no tendrían ni que tener vacaciones. Ateos, más que ateos.

Seguro que tendremos a un grupito de quejosos de los aforamientos, de las restricciones de movimiento, de las vallas. No entienden que es por su seguridad, por la de todos. Y si no se recurre a la misma medida en las terrazas de bares y restaurantes es para que tengan la libertad de comerte unas croquetas y ver pasar a los tronos a la vez. Tú no, ellos. Que es que no nos damos cuenta de que la Semana Santa es para el visitante, para el extranjero, para el turista, y nosotros, los malagueños, no somos más que los figurantes necesarios, los verruguitas, los sayones, la masa necesaria para el disfrute del personal. Porque ya sabemos que el turismo deja mucha riqueza, y seguro que no protestarán cuando MAHOS nos envíe por correo a cada malagueño su correspondiente cheque, su parte proporcional de toda esa riqueza que generamos.

Mi única pena es que no hemos podido disfrutar de una petalada a un paso de cebra, o una saeta a la nada. Pero descuiden, que todo se andará.

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