Luis Miguel Morales | Una noticia positiva siempre es una noticia positiva. Partiendo de que cualquier descenso en el paro es ya en sí una buena nueva a celebrar, lo cierto es que no hay que dejar de tener los pies en el suelo y de desear que la tendencia se prolongue hasta el infinito más allá del verano. Lo celebraremos todos.
Al igual que el medio millar que han dejado de ser desempleados y que han accedido al mundo laboral y lo hacen con toda la ilusión de que su situación empieza (y no termine) se prolongue y no sea ocasional. Bien es cierto que el turismo juega sus bazas para que la cifra descienda de forma paulatina, así como el crecimiento turístico que parece remarcarse en El Puerto.
Indudablemente, la ciudad necesita de inversiones reales y de propuestas atractivas para reactivar el gran dragón dormido que sigue siendo el turismo de calidad. El que necesitan trabajadores, ciudadanos y hosteleros. Ordenanzas que se adapten a las necesidades, ofertas atractivas que oferten líneas mucho más importantes y cambio de chip, de mentalidad.
Por parte de todos. El turismo, su valor, no puede caer solo en manos de los hosteleros.
Hay tanto y tanto en juego que la partida la debemos jugar todos y cada uno de nosotros. Es tiempo de enterrar las improvisaciones, de logos absurdos y polémicos y de perder el tiempo. Vivir en la zona con más horas solares de Europa. Sí, la zona donde más sol hay es un bien tan crucial y atractivo que pocos lugares a miles kilómetros a la redonda lo pueden decir.
Debemos de aprovecharnos de ello. El Puerto debe coger el testigo de poblaciones vecinas que sí se han reinventado. Nada es casual, nada es circunstancial ni nada es por coincidencia.
El Puerto, te lo digo yo amigo Quique, por su disposición geográfica, debe volver a liderar, por necesidad y por argumentos válidos y por potencial real más de lo que viene haciendo. Ponerse manos a la obra, remangarse las mangas y continuar trabajando.
La bajada de parados no debe ser el oasis exclusivo del verano. ¿Y el resto del año qué? Turismo de calidad y trabajo estable. Y para ello hacen falta crear unas bases fuertes y sostenibles para que la cimentación se sustente. Trabajar Quique, ¿sabes de qué hablo?
Quique Pedregal | Me da mucha pena decir y pensar que El Puerto no está del todo bien. No digo yo que sea culpa de nadie en concreto, pero algunos son más responsables que otros.
El que regenta un comercio, el que se pone detrás de una barra, el que hace la compra cada día buscando los mejores productos para ofrecer, no es el más culpable de la situación. Es lo de siempre, lo de que el comercio está anquilosado, que los hosteleros son muy careros… chorradas.
Lo de comer en una venta que hay camino de no sé dónde está sobre valorado. En muchos sitios se come muy bien, pero en El Puerto superamos la media. Es la verdad, pese a quien pese. Y por eso, porque es fuente de riqueza para nuestro pueblo, por eso hay que mimar y atraer al turista.
Pongámonos en la situación de que invitamos a comer a un amigo a nuestra casa.
Lo primero que hacemos –digo yo- es limpiarla, ponerla bonita. Imaginemos que no lo haces y que el polvo y el desorden campan a sus anchas por cada rincón de tu hogar: sofás rotos, lámparas sin bombillas o fundidas, distintos tipos de decoración, una deposición de tu perro en mitad del salón…
Menos mal que en tu casa se come bien y que la conversación es amena, si no ¿quién iba a volver a visitarte?
Ese es el hándicap. Una ciudad que presume de acogedora, que dice sentirse orgullosa de sus paisanos, no puede estar a verlas venir. El empujón que necesita El Puerto está en el Turismo, y eso no nos lo podemos cargar.
Luismi, dices arriba que hacen falta “ordenanzas que se adapten a las necesidades, ofertas atractivas que oferten líneas mucho más importantes y cambio de chip, de mentalidad”. Casi ná.
El trabajo ennoblece, se suele decir. Pero es muy triste colocarse en la posición de salida y que la bandera de cuadros negros y blancos nunca baje. Cuando nos acercamos a los datos y notamos la presencia del empleo por la temporada veraniega, habrá que preguntarse qué tipo de ciudad somos. ¡¡¡QUE SOMOS UNA CIUDAD TURÍSTICA!!!
Dentro de cien años, si llegamos, seguiremos preguntándonos lo mismo, Luismi. Lo que yo te diga.