Paz Esteban, primera mujer al frente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y la única persona con carrera en "la casa" que accedía al cargo hace poco más de dos años, se ha convertido en la primera víctima del espionaje a móviles de políticos a través del sistema Pegasus, entre ellos, el propio presidente Pedro Sánchez y varios ministros.
El informe del Centro Criptográfico Nacional, adscrito al CNI, sobre la investigación a los teléfonos de miembros del Gobierno, le ha dado argumentos al Ejecutivo para destituir a Esteban y complacer así a Podemos y a sus socios de investidura.
Su cese llega apenas cinco días después de que compareciese en la comisión de secretos oficiales del Congreso, en la que reconoció el espionaje, con autorización judicial, a una veintena de políticos independentistas, entre ellos el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, si bien entonces no entró en el 'hackeo' de los terminales de Sánchez y de la ministra de Defensa, Margarita Robles, de los que sí había informado el Gobierno.
Las explicaciones que ofreció a los diputados no convencieron a la formación morada ni a ERC, JXCat y la Cup, que insistieron en pedir su cabeza, frente al respaldo sin fisuras que la directora del CNI recibió por parte del PP, Vox y Cs, además del grupo socialista.
EL APOYO ENTUSIASTA DE ROBLES
Esteban llegó a la dirección de la "casa" con el propósito de "dar un salto cualitativo" para hacerla "más moderna, más flexible e integrada", revisar su estructura interna, completar un "proyecto de transformación digital" y acercarla a la ciudadanía.
Lo dijo en su toma de posesión, el 10 de febrero de 2020, en presencia de la ministra de Defensa, Margarita Robles, que había apostado por ella para el cargo y que la ha apoyado de manera entusiasta hasta el último momento.
Cercana con los suyos, detallista, exigente y meticulosa, en el "centro" se acogió con alegría su nombramiento. Para los suyos fue un "acierto al cien por cien" por la estabilidad que creían iba a dar al organismo que vela por la seguridad nacional.
Y no les ha defraudado a juzgar por el largo y unánime aplauso que sus compañeros le brindaron con ocasión de la celebración del veinte aniversario del CNI el pasado viernes, justo al día siguiente de su comparecencia en la comisión de secretos oficiales.
Cuando Esteban se puso al frente de los servicios de inteligencia llevaba ya cinco meses como directora interina tras el retiro de Félix Sanz Roldán, que pasó a la reserva después de una década al frente y tras unos meses accidentados por los ataques que recibió de parte del excomisario José Villarejo.
UNA VIDA DEDICADA A LA INTELIGENCIA
Nacida en Madrid en 1958 y licenciada en Filosofía y Letras, fue una de las primeras mujeres que entró en el CNI, allá por el año 1983, cuando todavía era el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID). Desde 2004 ha ocupado cargos en puestos de dirección.
En 2010, al poco de que Sanz Roldán fuera nombrado director, pasó a ser la directora de su gabinete técnico y en 2017 ascendió a número dos -secretaria general-. Estuvo junto a él durante toda su jefatura, en la que el general consiguió seguir al frente de los servicios secretos con gobiernos del PP y PSOE.
Accesible aunque reservada en público y nada pagada de sí misma, sino más bien "como una madre", como la definen sus compañeros, Esteban ha estado siempre pendiente de sus empleados y deseosa de dotar a los trabajadores del CNI de un plan de carrera.
"Quiero que nuestra sociedad, nuestros conciudadanos, puedan estar tranquilos y confiar en que su servicio de inteligencia va a trabajar y esforzarse por garantizar su seguridad, su progreso y bienestar", dijo durante su toma de posesión.
Especialista en política internacional, ha comandado durante años un organismo con alrededor de 3.500 trabajadores mezcla de civiles y militares pero con una presencia cada vez más acentuada de los primeros, a los que ella pertenece.
"Cuídense, cuiden su identidad digital y cuidemos todos nuestros datos". Con este ruego finalizó una de sus últimas intervenciones públicas presagiando lo que estaba por venir.