La bajada en el consumo de tabaco entre los adolescentes es la única buena noticia en relación con esta sustancia dañina para la salud y cuyo consumo está sometido a una ley que ni se respeta por los ciudadanos, ni se hace cumplir por la Administración.
Los datos respecto al consumo de tabaco en Andalucía han sido ofrecidos por la secretaria de Salud Pública y Participación de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, Josefa Ruiz, quien, ante todo, reconoció que “queda mucho por hacer”.
Ruiz ha comentado que el descenso del consumo de tabaco entre chicas de 17 y 18 años ha sido del 19% (en 2008 respecto al año anterior) y el de los chicos del 15%, para el mismo tramo de edad y el mismo periodo de tiempo. No obstante, un 31% de la población andaluza fuma de forma regular.
El problema del tabaquismo está en la falta de voluntad real de hacer cumplir la ley que regula su consumo en sitios públicos por parte de la Administración y en la pasividad con la que los ciudadanos toleran su incumplimiento, sin denunciar el mismo, por miedo a represalias, como sucede en los centros de trabajo.
La Junta de Andalucía, a través de la Consejería de Salud, ha inspeccionado unos 20.000 establecimientos de hostelería en 2008, es decir, se han visitado doce veces más establecimientos que el año anterior, fundamentalmente de más de cien metros cuadrados, que son los que deben reunir unas condiciones especiales para separar fumadores de no fumadores. Pero el problema no lo está en los establecimientos de hostelería que, conocedores de que más tarde o más temprano recibirían la visita del inspector, se ajustaron a la ley desde el primer momento y la siguen respetando. El problema está tanto en edificios públicos como en empresas privadas donde se sigue consumiendo tabaco en despachos y zonas no abiertas al público, sin que los compañeros de los afectados por el humo de los fumadores se decidan a denunciar el incumplimiento de la ley. Y aquí no hay inspectores que visiten y que sancionen.
El consumo del tabaco no desaparecerá mientras el estado siga beneficiándose de la recaudación de dinero con sus impuestos. Lo demás, incluida una ley reguladora, son gestos simbólicos.