El conflicto generado en la franja de Gaza tras el ataque israelí -que ayer comenzó por la vía terrestre mediante disparos de artillería- amenaza con convertir la zona en un auténtico polvorín que podría extenderse.
Está claro que Israel, con los bombardeos de los últimos días, ha provocado víctimas civiles y es un hecho lamentable. Ahora bien, hay que poner de relieve también que Hamas ha estado disparando cohetes desde hace años contra la población civil israelí y no se ha escuchado prácticamente ni una sola protesta.
Además, da la impresión que los militantes de Hamas han estado escondiéndose en lugares densamente poblados como si utilizaran a la población civil como escudos humanos ante un hipotético ataque hebreo.
La cuestión no es fácil de resolver y cada gota de sangre, a uno y otro lado de la franja, hace que el problema se encone aún más, dadas las ansias lógicas de venganza de los familiares y amigos de las víctimas.
Siempre que ha existido un atisbo de entendimiento y de paz, los halcones de uno y otro lado han hecho todo lo posible por reventar cualquier proceso tendente a estabilizar la zona.