Sin desear tomar partido hacia un lado ni tampoco hacia el otro, porque soy demócrata y tengo que aceptar las decisiones del gobierno, aunque algunas de ellas ni comparta ni me gusten, teniendo mi opinión personal al respecto sobre diferentes cosas, solamente voy a exponer las manifestaciones de un señor de mucho prestigio y que difería bastante con los métodos empleados por la dictadura, aunque siempre de una manera pacífica, porque ese era su talante.
Y me estoy refiriendo a Francisco Ayala, granadino, profesor de Universidad, excelente pensador y literato, que con 102 años todavía la mente y los sentimiento continúan respondiéndole como si tuviese treinta o cuarenta menos, persona que se tuvo que ir al exilio porque estaba muy presionado al no estar conforme con el régimen de Franco, y cuando regresó a España, tras muchos años en distintos países de América, reconociéndosele sus méritos fuese Premio Cervantes en 1990 y Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1998, por lo tanto persona de grandes valoraciones literarias y de gran categoría no solamente en los ambiente narrativos, sino también educacionales.
Pues este hombre con la mente todavía bastante lúcida, considera que el juez Baltasar Garzón, –con las razones reales o aparentes que tenga, y él lo sabrá mejor que nadie–, no está acertado en abrir las fosas comunes, porque tomar unas determinaciones de esas envergaduras, habiendo muchas personas de derechas y también de izquierdas que no la comparten, puede resultar desestabilizador para los que no son partidarios de ello, porque según algunos, en vez de predominar unos sentimientos y unas actitudes emotivas, se trata de enardecer las intenciones de aquellos que todavía guardan resentimientos por los daños sufridos, habiendo quienes están sabiendo manejar perfectamente los hilos de la discordia con el propósito de crear unas situaciones de confrontación, que no son aconsejables.
Y tal vez por eso diga el señor Ayala, no simpatizante con el régimen dictatorial que habíamos sufrido, “que considera como inaceptable que el juez Garzón haya decidido ahora acusar a la cúpula franquista de crímenes contra la humanidad, asegurando que remover las fosas mortuorias es en cualquier caso una manipulación repugnante, estén depositados en ellas los restos de García Lorca o de quienes sean, considerando que el autor del Romancero Gitano es el símbolo de la gran tragedia que fue la guerra civil, por lo que estos restos no se deben desenterrar”. Y lo mismo que Ayala también los familiares más allegados a García Lorca se niegan a sacarlos, al ver en ello ciertas manipulaciones políticas, más que de sentimientos o elevaciones culturales.
Y yo, una vez expuesto lo anterior, y tratando de ser lo más imparcial posible en este caso tan delicado, pienso que hay personas muy doloridas por lo que sucedió en la Guerra Civil y posguerra, tratando ahora de darle mejor sepultura a sus difuntos, víctimas por odios, situaciones bélicas o por cualquier motivo que fuere, pero que recordarlo ahora, de esa manera tan tajante, habiendo transcurrido ya treinta años después de una transición pacificadora y aceptada la democracia por todos los partidos político entonces existentes, más habiéndosele otorgado una amnistía a los considerados criminales de guerra tanto de derechas como de izquierda, pues me deja en una situación que no sé qué decir, aunque, como expuse al principio, tenga mis opiniones, considerando las cosas tal como sucedieron y los resultados tan trágicos que se dan siempre en las guerras civiles que sufren los distintos países del mundo.
Algunos aclaman la decisión del juez Garzón, al calmar sus deseos de venganzas, queriendo aprovechar la ocasión que se les presenta, lo que otros de los dolidos lo ven demasiado politizado, tratando de crear ambientes de incertidumbres, lo que no es adecuado ahora que estamos en unas situaciones muy críticas en la economía española.