El consenso es necesario, pero tanto como la legitimidad que los interlocutores se hayan ganado en estos últimos años
El parón del tranvía de Jaén y la llegada al gobierno municipal del actual secretario de Estado, Fernández de Moya, y su visión populista y partidista del proceso de peatonalización que se había iniciado en la ciudad, supuso un revés para una capital como Jaén, pequeña, que como han hecho todas la capitales de provincia de España, necesitaba ganar terreno para los peatones en buena parte de su conjunto histórico y eliminar tráfico rodado. Casi seis años después, el actual equipo de Gobierno reanuda un plan de peatonalización, que ya ha despertado las críticas de sectores sociales y partidos, más que por el fin en sí, por la forma de ejecutarlo. El consenso es necesario, pero tanto como la legitimidad que los interlocutores se hayan ganado en estos años, ya sea por inacción o por otro tipo de partidismo. Esto no quita que el plan deba afrontarse con la seriedad que merece, pero habida cuenta del retraso histórico que llevamos en este asunto con otras ciudades, muchas de ellas de nuestra provincia (mírese Úbeda o Baeza) los pasos deben darse de forma firme y sin mirar réditos electorales, porque Jaén tiene, de alguna forma, que empezar a montarse a la grupa de este siglo XXI con acciones y menos planes de futuro.