Parece claro, cada año más, que el
Gran Premio de España de motociclismo se disputa en dos escenarios perfectamente diferenciados, como son el meramentre deportivo que se dirime en las pistas del
Circuito y la motorada que se vive a pie de calle, en los veladores de los restaurantes y en las naves de los comercios.
Si bien en el primero el éxito general, por encima de los personales en la línea de meta y dentro de cada categoría, ha sido absoluto, en el otro las opiniones de los protagonistas, que son los comerciantes o los propietarios de bares, restaurantes, cafeterías o café de copas, dejan más negatividad que otra cosa ya que el impacto del acontecimiento no ha sido ni mucho menos el deseado y las imágenes de un centro de la ciudad prácticamente desierto han puesto en alerta a todos los sectores de cara a un futuro inmediato en el que, indefectiblemente, hay mucho que mejorar porque, y me quedo con ello, hasta el propio presidente de la patronal provincial hostelera ha matizado que no es bueno que quien hace el esfuerzo no se beneficie del espectáculo y sí lo hagan pueblos limítrofes que han sacado importantes beneficios, no solo económicos sino también de imagen, aunque algunas, con enfrentamientos con las Fuerzas del Orden, no hayan sido las deseadas, aunque esas han sido las anécdotas en un escenario de fiesta y concordia.
Todo esto provoca que el tiempo de análisis y de reflexión en nuestra ciudad haya que llevarlo a cabo sin prisas pero sin pausas, mirando todos los marcadores y observando cada movimiento y poniéndolo todo a colación en una mesa de diálogo que entiendo es urgente y necesaria. Una mesa donde esté el Gobierno Municipal y todos los agentes sociales que son actores de este evento de las dos ruedas en la llamada Catedral del Motor.
Jerez tiene que recuperar los billetes de euros para sus arcas, la imagen en colores de una ciudad que es la protagonista principal del mejor Gran Premio del mundo mundial y esa relación de amistad con unos moteros que hicieron de Jerez su segunda ciudad y que ahora la han abandonado para echarse en brazos de otras. Hay que ver la fórmula de que Jerez vuelva a ser lo que siempre fue para que el Mundial no se quede solo en el ambientazo en el Circuito y en las carreras del domingo y en el impacto publicitario sino que redunde en beneficio de una hosteleria que cada mayo esperaba con los brazos abiertos el ruido de las motos. Análisis y reflexión, pero con todos los sectores presentes.