Ha muerto
Diego Pantoja a los 88 años de edad. El artista
nació en Jerez, en el barrio de Santiago, en el Callejón de Asta, en una familia vinculada al flamenco de raíz tanto por parte paterna como materna. Familia numerosa, Diego aprendió a buscarse la vida y a desenvolverse en el día a día de su tierra con los gitanos y los señoritos, esos que cayeron rendidos a su arte y manera de tratar al prójimo. Era un relaciones públicas nato, sin saber bailar o cantar como el mejor, utilizando el símil con
Lola Flores, no había que perdérselo. Qué duda cabe que su arte sobrepasaba al del resto, con una capacidad de transmisión de valores, singularidad y ángel propio de los genios. No era de extrañar su desparpajo, pues era
hijo de Tío Vicente Pantoja, que trabajó en la bodega Domecq y tuvo fama de gracioso en su época. Hermano menor de Picoco, otro popular personaje del Madrid de los 60, se incorporó pronto a los tablaos, empezando en Barcelona gracias a un dinero que consiguió tras echar una vendimia en Jerez.
A partir de ahí,
llegó a Madrid para quedarse y desfilar por Los Canasteros, la Venta del Gato hasta llegar a la compañía de Lola Flores, a la que siempre le unió una gran amistad. Diego, para ser sincero, fue un gran cómplice de
La Faraona y uno de los más cercanos a su intimidad.
Su fuerte era la improvisación, tanto en el escenario como en la calle, así como en las entrevistas que ofreció. Queda en el recuerdo esa que ofreció a Jesús Quintero, en la que mete sus gafas de vista en el whisky para que "coja mi espíritu", y en la que reconoce que ser bohemio es algo especial prefiriendo "unos tejanos que un esmoquin".
En verano solía bajar al sur, a Chipiona, donde tenía una casa. Últimamente no apareció por Jerez, sí por Sevilla donde se le rindió homenaje en organizado por
Los Morancos. Sí estuvo en la Fiesta de la Bulería de 2009, en el grupo de Diego Carrasco. Descanse en paz.