Juan Pedro Cosano nos presenta su última obra, El abogado de rojos. Una novela del escritor jerezano que tiene un mensaje claro y contundente:
la búsqueda de la reconciliación entre españoles. Después de haber publicado otras diez obras, Cosano llega con esta apasionante historia que no dejará indiferente a nadie y que
nos trasladará al Madrid de la posguerra. Ficción y realidad se dan la mano en un trabajo que está teniendo una gran acogida y que aúna entretenimiento y aprendizaje tras mucho tiempo de investigación a sus espaldas.
¿Cuál es la trama de esta novela?
–El protagonista es Eduardo Peña, un abogado madrileño humilde dedicado a asuntos civiles y mercantiles que no tocaba el Derecho Penal. Su padre le abandonó a él y a su madre cuando tenía once años e intenta vivir en el Madrid de la Guerra Civil sin involucrarse en el conflicto. Transcurre la guerra, sirve en el ejército republicano y es nombrado director del boletín del batallón Luchemos. Cuando la guerra acaba espera que llegue la paz y lo que ve es represalia y venganza por parte de los vencedores. En un momento determinado, dos vecinos de su bloque son detenidos y su madre lo anima a que se interese por ellos. Los busca por cuartelillos y da con ellos en un juzgado militar. Allí se burlan de él y es detenido porque estaba en busca y captura por servir en el ejército rojo. Es procesado y sometido a Consejo de Guerra y condenado a casi dos años de cárcel. En septiembre de 1939 se promulgan los primero indultos y Eduardo, con ayuda de su novia de juventud, Marisa, es liberado e intenta reintegrarse a la abogacía con la dificultad de haber sido condenado. Finalmente es reclutado para servir en el Cuerpo Jurídico Militar. Ante los miles de consejos de guerra se necesitaban abogados y se integra en ese cuerpo a abogados republicanos. Primero trabaja como funcionario hasta que un coronel ve que vale y lo asciende a defensor militar. Él se da cuenta de que es abogado de verdad y comienza a defender con ímpetu a los presos. Se encuentra con personajes de su pasado a los que tiene que defender.
¿Cómo surge escribir esta historia?
–Me la invento. No existe ninguna figura de referencia. No he encontrado a ningún defensor militar como este. Eduardo Peña es un producto exclusivo de imaginación. Sobre la guerra hay mucho escrito y, a mi criterio, la mayoría es muy maniqueo y los buenos son unos y los malos son otros. De ese bucle no hemos salido. No quería acercarme a eso. En otra novela me fui al Madrid de la época y me encantó. Como últimamente hay quien quiere reabrir las heridas de la guerra quise hablar de reconciliación.
Una buena novela necesita buenos personajes.
–Hay un elenco de personajes que son principalísimos. Desde el amigo íntimo, Roberto Calero, que sufre las consecuencias de la paz, hasta las mujeres que tienen un paisaje fundamental. La madre de Eduardo, que saca adelante a su hijo en ausencia del padre. Hasta las mujeres que recorren su vida. Una miliciana con la que se lleva varios meses de relación y va a ser fundamental, Charo Velarde, una maestra con la que pasa los últimos meses de la guerra, Marisa, su novia de siempre que tuvo que huir de Madrid, y Génesis, que es una miliciana a la que tiene que defender.
¿Cuánto hay de realidad en la novela?
–Hay consejos de guerra que sucedieron en la realidad. Me he leído muchísimas actas de procesos militares. Prácticamente todo en cuanto a historia es verdad. Incluso cosas que pueden sorprender como la depuración del Colegio de Abogados de Madrid. Uno de los que echaron fue Niceto Alcalá-Zamora, que fue presidente de la República. Pero es que los republicanos también hicieron una depuración del Colegio de Abogados y también echaron a Alcalá-Zamora. Las cosas de la guerra.
El mensaje que se lanza es el de la reconciliación.
–Es el leit motiv de la novela. No es momento de reabrir nuevas heridas ni enarbolar nuevas banderas. No se puede querer volver a vivir esa guerra y quebrar España. Eso es un disparate.
¿Ha tenido que medir sus palabras en algún momento?
–He procurado ser equidistante, neutral y objetivo en lo que cuento. Cuento la verdad, la terrible verdad. Esto es una responsabilidad compartida. Héroes y villanos hubo en un bando y otro. Es lo que he intentado buscar. He marcado una línea y no he querido sobrepasarla. La gente agradece ese tono neutral y objetivo y que la novela no esté ideologizada. La literatura de los últimos 50 años sobre la guerra está muy ideologizada. Es algo que no debe volver a pasar.
Detrás de los hechos históricos habrá un gran trabajo de documentación...
–De consejos de guerra no sé absolutamente nada. He tenido que documentarme y leerme el Código de Justicia Militar o las leyes que promulgó Franco. Me he sumergido en actas de consejos de guerra.
¿Cuánto tiempo le ha dedicado a esta novela?
–Esta novela la escribí hace ya algún tiempo. La editorial me presentó otros proyectos nuevos y se fue posponiendo. Hemos decidido que era el momento idóneo. La he vuelto a reescribir en 2023 y la labor de correción es un trabajo de muchos meses. Y un trabajo muy intenso.
¿Qué aporta esta nueva novela dentro de su ya extensa producción literaria?
–Es otro hijo más. Escribo porque disfruto escribiendo. Tengo la suerte y la felicidad de mucha gente que me lee en España y fuera de España. Es una satisfacción y cuando escribes quieres que la gente te lea. Es una aportación más a mi carrera literaria. Es otro contexto y otra historia. Es una suma más dentro de los libros que llevo, que es el undécimo.
¿Por qué hay que leer este libro?
–En primer lugar porque se va a distraer mucho. Estuve en Sevilla estos días y tuve oportunidad de hablar con compañeros de los medios y se lo habían pasado divinamente leyendo. Es una novela con mucha peripecia, además del contexto histórico. Tiene muchos episodios que pueden entretener mucho. Leyendo, van a llegar a la convicción de la reconciliación entre españoles.