Dos años después del incidente aún quedan en el lecho marino el 10 por ciento del casco y chatarra
Las autoridades gibraltareñas están considerando la posibilidad de dejar en el lecho marino los restos que aún quedan del naufragio del New Flame, ocurrido hace mañana, 12 de agosto, dos años.
El Gobierno del Peñón está estudiando un documento presentado por grupos medioambientales, en el que se especifica que los restos del barco podrían ser abandonados donde están, a una milla de Punta Europa. Se alega para ello que su retirada puede causar más daño al medio ambiente marino que dejar lo poco que resta por sacar donde está actualmente.
Se está preparando un informe de expertos sobre todas las opciones disponibles y sus consecuencias. La utilización de buques para la creación de arrecifes artificiales ha sido una práctica muy generalizada en algunos países. En la mayoría de los casos, estos pecios han sido destinados como atractivo turístico para el submarinismo. En otras ocasiones, se ha combinado su función recreativa con la de regeneración artificial en zonas deterioradas, propiciando estructuras sobre las que pudieran desarrollarse animales, plantas y comunidades que necesitan sustratos duros para su fijación.
Esta práctica ha estado llena de sombras y luces, ya que, en algunas ocasiones, los pecios utilizados no tenían las características más óptimas para estos propósitos por no haber sido propiamente limpiados de componentes tóxicos o por ser situados sin ningún tipo de criterio ambiental. Tampoco existe un consenso científico sobre las ventajas que pueden ofrecer desde un punto de vista de recuperación del medio ambiente deteriorado, puesto que en muchas ocasiones no se ha realizado un seguimiento del impacto, ya sea positivo o negativo, que estas estructuras ofrecen.
Han pasado dos años, concretamente el próximo miércoles, de la trágica colisión en la que se vieron involucrados dos buques, el chatarrero panameño New Flame y el petrolero danés Torm Gertrud, a un kilómetro de Punta Europa, en aguas limítrofes de Gibraltar. Tras el choque, el carguero quedó seriamente dañado y quedó semihundido con 700 toneladas de fuel a bordo. El petrolero no sufrió daños considerables. Uno de los buques había entrado en la ruta del otro y las autoridades gibraltareños confirmaron horas después del accidente que el New Flame había zarpado del puerto del Peñón sin el permiso correspondiente.
El capitán del buque carguero New Flame, D. Konstantinos, fue detenido tras el accidente y puesto en libertad tras abonar una fianza de 4.000 libras esterlinas (6.500 euros) y prestar declaración en un juzgado de Gibraltar, fianza que debían abonar el capitán y el armador del barco chatarrero. Konstantinos estuvo en prisión preventiva como sospechoso de “una conducta contraria a la Ley de Navegación de Gibraltar” por haber zarpado sin permiso.
El fuel que el New Flame transportaba a bordo y las 27.000 toneladas de chatarra de hierro, dieron que hablar durante muchas semanas y aún hoy en día, dos años después del hundimiento siguen siendo objeto de polémica y de estudio sobre su futuro.
Unas labores de rescate de más de 80 millones de euros
El coste de tratar con el naufragio del chatarrero ‘New Flame’, el buque que colisionó en aguas limítrofes a Gibraltar y que quedó semihundido a una milla de Punta Europa hace mañana dos años, podría alcanzar para las aseguradoras los 70 millones de libras (81.511.879 euros).
Los trabajos sobre el pecio del buque hundido, se encuentran cerca de concluir y ya tan sólo queda un 10 por ciento del buque y de su carga en el lecho marino.
La sección de máquinas fue retirada hace pocas semanas y lo que queda sumergido es una pequeña parte de la base del casco del buque. También se han recogido más de 45.000 toneladas de chatarra.