La Fundación Descubre difundía esta semana los resultados de una novedosa investigación que se está realizando en el Campus de la UCA de Puerto Real y que ha permitido desarrollar un método basado en una nariz electrónica que detecta líquidos inflamables tras un incendio a través de su olor, gracias a su portabilidad y al uso de fórmulas matemáticas que permite que los resultados se obtengan en pocos minutos y sin necesidad de recurrir al personal especializado, a partir de la interpretación de los restos de materiales quemados del mismo modo que lo haría un órgano olfativo, procesando el olor que desprenden todos los compuestos implicados.
El trabajo forma parte de la tesis doctoral de la investigadora jerezana María José Aliaño, y está dirigida por los profesores Marta Ferreiro y Miguel Palma. Antes de llevar adelante esta investigación, Aliaño dio el salto desde los Marianistas hasta el Campus de Puerto Real, donde hizo el Grado de Química. Posteriormente hizo un Máster en Biomedicina y de ahí pasó a la redacción de su tesis doctoral, en la que lleva trabajando cuatro años. Este otoño espera presentar y defender los resultados.
¿Cómo surgió la posibilidad de participar en esta investigación?
—Mi idea era dedicarme a la química forense, pero cuando terminé el Máster y empecé a preguntar en los departamentos de Medicina Forense si había alguna plaza para un químico, vi que todos estaban llenos de médicos. Entonces hablé con Marta Ferreiro, que había hecho ya una tesis sobre análisis de incendios y le pregunté si podía seguir adelante con su investigación, sobre todo porque había aparecido un nuevo equipo de nariz electrónica y hacía falta una persona que se formara y aprendiera a utilizarlo, y estos cuatro años han sido peleándome con este equipo nuevo, que tiene muchas ventajas a nivel de investigación.
¿Cuál era el punto de partida de la investigación y cuáles los resultados obtenidos hasta ahora?
—Empecé con una primera nariz electrónica centrándome en el ámbito medioambiental y a partir del weathering, que es como la degradación de los líquidos a lo largo del tiempo. En un incendio, por ejemplo, hay veces que no te permiten entrar nada más que ha ocurrido, y esas primeras horas son cruciales para investigar, ya que el método que se utiliza es para el líquido fresco, cuando está acabado de echar o de quemar. En un principio empecé a desarrollar las investigaciones con el equipo existente, que permite hasta un mes después identificar perfectamente los líquidos con un cien por cien de discriminación, y lo hice en el ámbito medioambiental, aunque enfocado también al forense, en el sentido de que si el incendio se ha producido en un coto de caza protegido, se pueda detectar incluso después. Más tarde ya empecé a investigar con el nuevo equipo, el INS, que es una nariz electrónica con mayor sensibilidad y además es portable. Se la conoce como nariz electrónica a nivel de usuario para que sea más sencillo de entender, pero es otro equipo. Con este equipo ya sí hemos hecho nuevas investigaciones en distintos tipos de incendios, con distintos tipos de madera y de acelerantes.
¿Cómo es exactamente la nariz electrónica y qué funciones tiene?
—Con la que empecé es un equipo enorme, un armatoste. Por eso nos hemos pasado a este nuevo equipo, que también le llamamos nariz electrónica de perro, porque tiene una sensibilidad mayor y es mucho más pequeño, va en un maletín portátil. El equipo como tal se utiliza, principalmente, en el ámbito agroalimentario, y nosotros lo que hemos hecho es adaptarlo y aplicarlo para la investigación de incendios. Lo que hemos hecho es darle aplicación en un campo que no lo tenía hasta ahora.
¿Las pruebas que has realizado hasta ahora han sido satisfactorias?
—Son todas muy positivas. Todos los métodos que hemos desarrollado hasta ahora nos han dado un cien por cien de éxito. Lo primero que hacemos es entrenar al equipo, dándole a conocer diferentes muestras para que sepa identificarlas posteriormente en un incendio, y el resultado ha sido satisfactorio, pero siempre decimos que son muestras y análisis que realizamos a escala de laboratorio. Estamos trabajando y colaborando con diferentes cuerpos de bomberos, para hacer pruebas más grandes. Las preliminares están saliendo bien, pero es verdad que el campo de estudio en laboratorio va mucho más avanzado. Las pruebas en exterior también son positivas pero no tenemos suficiente material para decir que funcionen a un cien por cien a escala más grande.
¿Con qué fondos o ayudas estás contando para tu investigación?
—Yo no soy becada. A nivel personal me he ido manteniendo dando clases a tiempo parcial, pero a nivel académico, al ser un proyecto de la Universidad de Cádiz, pedimos una ayuda para los equipos y nos la concedieron. Eso te facilita mucho la investigación, ya que además los equipos necesitan mantenimiento de gas, revisiones, cambios de agujas, y además intentamos contar con la mayor variedad posible de acelerantes. No compramos gasolina de una gasolinera concreta, sino que tenemos una colección enorme, tanto de localización como de marcas. Y lo mismo ocurre con los soportes, porque no es lo mismo un tipo de madera que otro.
Una vez que presentes tu tesis, ¿qué es lo que viene detrás, qué aplicación tendrá, que uso y qué opciones de futuro?
—Nosotros no patentamos porque no hemos inventado nada como tal, pero sí queremos desarrollar el método mucho más, para disponer de más variables, y nuestra idea es que algún día lo podamos presentar a nivel de autoridades públicas, más bomberos y policía, para explicárselo, darles a conocer los resultados, y que puedan emplearlo en sus investigaciones sobre incendios, porque a fin de cuentas tener una investigación que se guarda en un cajón no sirve para nada. Nosotros investigamos para ayudar. El proyecto está creciendo y me encantaría seguir investigando desde la Universidad para desarrollar más variables y que el método sea más eficaz.
¿Cuál sería precisamente vuestra labor forense una vez llegados a un incendio?
—Nosotros no entramos en decir si un fuego ha sido provocado o no, pero sí podremos especificar los elementos que han intervenido, incluso en algunos de los casos el soporte que se ha utilizado y los materiales que se encuentran en el origen del incendio o los acelerantes que han podido estar implicados, desde gasolina normal, diésel, parafina, incluso con queroseno hemos hecho investigaciones.
¿Cómo ves la situación en tu ámbito de investigación ahora que se dice que tantos jóvenes como tú se tienen que marchar de España para encontrar trabajo o que se les reconozca su talento?
—Entiendo que la gente se vaya porque tienes que trabajar, y si te dan la oportunidad fuera tienes que aceptarla. Pero también pienso que tenemos que luchar por esto, y si nos vamos todos, quién se queda aquí. Lo que sí he detectado es que los investigadores que vienen a nuestras universidades para hacer intercambio de conocimientos y participar en proyectos están mejor atendidos que los que nos vamos fuera. A mí me encantaría quedarme aquí, sin quitar que salga para mejorar mi formación, pero por qué no voy a seguir aquí.