Pero el hombre propone y el balón dispone y este dispuso que no era el momento de disfrutar sino de sufrir y también de resistir
Que lo que deportivamente hablando ocurrió el sábado pasado en La Juventud casi no tiene vocablo con el que definirlo es tan cierto como que el domingo salió el sol para todo el mundo, incluso para los miles de xerecistas que, cobijados bajo el histórico paraguas del Xerez Club Deportivo, habían sufrido una decepción muy difícil de digerir. Se daban todas las circunstancias para la que la nostalgia de tiempos futbolisticamente mejores se maridase con un tiempo nuevo que presagiese el retorno a un presente de olvidados brillos balompedicos. Hacía treinta y cinco años que se había ascendido a Segunda ante la AD Ceuta, el domingo se cumplían 50 del gol de Paco Zárate que subía al equipo a Segunda en una inolvidable jornada en el viejo Vivero de Badajoz. El próximo domingo se celebrará el decimosegundo aniversario de la llegada a la gloria de la Primera División y no hace muchas fechas se recordaban los goles de Juanma Marchante en La Canaleja y de Juanito Benítez en Lora que sacaron al glorioso de los barros de las categorías regionales. Todos los vientos eran favorables para que el 5 de junio se sumase al listado de fechas de oro de la entidad que nació en la jornada patronal de 1947 en el corazón de Jerez, en calle Larga.
Pero el hombre propone y el balón dispone y este dispuso que no era el momento de disfrutar sino de sufrir y también de resistir porque resistiendo llegará la victoria como le llegó el mismo sábado a otro histórico como el Jerez Industrial en el Antonio Gallardo arcense. El industrialismo es un ejemplo de resistencia y es que resistir es vencer. En todas las esferas de la vida y en el fútbol también.