Sevilla ha alcanzado, en el primer tercio de este año, su cifra récord en contratación de personas con discapacidad, rozando los 2300 empleos generados, un 14,5% más que el pasado ejercicio y superando la contratación prepandemia en un 2,1%.Se trata de un dato positivo, que viene a confirmar el fin de la etapa más dura de la crisis.
En el mejor de los escenarios podríamos esperar, incluso, la entrada en un nuevo ciclo de prosperidad y crecimiento, en el que las personas con discapacidad participaránen el mercado laboral de forma activa, sin restricciones ni condicionamientos. Sin embargo, esto no sucederá naturalmente, al compás inerte de la recuperación económica:
es necesario articular un gran consenso social en torno al reto de la plena inclusión de las personas con discapacidad, que en Sevilla ya superan las 100.000. Este consenso ha de apoyarse en cuatro vértices fundamentales:
empresas, Administración Pública, movimiento asociativo y ciudadanía.
Por fortuna, el tejido empresarial está demostrando un compromiso cada vez mayor, percibiendo el empleo de las personas con discapacidad como un elemento que no responde solo a una obligación legal, sino a un imperativo de sostenibilidad en un entorno diverso, que necesita de diferentes competencias y habilidades para ser competitivo en el siglo XXI. No en vano, y huyendo de manidos estereotipos, las personas con discapacidad ven reforzados valores como la superación, la capacidad de sacrificio, la resiliencia o la adaptabilidad. Sin embargo, el camino por recorrer es todavía muy largo, ya que este mayor compromiso ha de traducirse en acciones de alto impacto que reviertan en un incremento real de la contratación en empresas ordinarias, habida cuenta de que
en Sevilla, el 75% de los contratos a personas con discapacidad se firman en el ámbito del empleo protegido. Sensibilización, formación a departamentos estratégicos, refuerzo de las acciones de voluntariado corporativo o mayor cooperación con el sector social son algunos de los grandes retos que las empresas tienen por delante.
El sector público es el otro gran agente estratégico, en tanto en cuanto las
políticas activas de empleo son el instrumento por excelencia para la generación de puestos de trabajo sostenibles. Estas políticas han de incidir en la
formación, como elemento clave de empleabilidad, el refuerzo a la
intermediación laboral, a través de colaboración público-privada que garantice un acompañamiento individualizadoa todas las personas con discapacidad, con orientación a resultados, y un
refuerzo de los incentivos a la contratación, que ponga el foco en las discapacidades más infrarrepresentadas en las empresas, fundamentalmente las de tipo intelectual y/o derivadas de problemas de salud mental.
¿Qué decir del movimiento asociativo? Como conocedor de primera mano de las necesidades de las personas con discapacidad, hemos de escucharlos,apoyarnos en su conocimiento y experiencia y generar tejido social, nuevas y modernas redes de cooperación que den respuesta a sus necesidades, poniendo el foco en el plano laboral, siendo el empleo el principal elemento de inclusión social.Por último, contar con una ciudadanía activa e implicada cierra el círculo para que el proceso de inclusión se materialice con éxito. Así, es imprescindible apelar al compromiso individual para comenzar a mirar la discapacidad con nuevas lentes, que no queden distorsionadas por obsoletos prejuicios y estereotipos y que reconozcan la dignidad de todas las personas, independientemente de su edad, sexo, raza o grado de discapacidad. Todas las personas somos válidas, pero sin duda, necesitamos un entorno que nos facilite demostrarlo.