A lo largo de la historia se han ido sucediendo innumerables crisis, casi todas ellas con un denominador común en su origen: la avaricia. El ser humano, en su deseo de poseer cada vez más,consigue forzar situaciones hasta un límite extremo, donde la consecuencia final es la ruptura del orden establecido, desencadenando una situación de crisis. Asimismo, las etapas post crisis también tienen un elemento en común y es la componente psicológica,que hace que las empresas y personas que no se ven afectadas directamente decidan recortar sus proyectos de inversión y compra sólo por la incertidumbre que genera la crisis, provocando el parón de la economía.
Ahora, en la situación generada por el Covid-19,cuando ya hace casi un año que estalló el Estado de Alarma, es el momento de trabajar en positivo desde la aceptación de la realidad. La mejor vía para salir reforzados es trabajar en el presente y analizar dónde nos encontramos para tomar decisiones que nos permitan afrontar el “día después” en las mejores condiciones posibles.
Para ello es importante, en primer lugar, trabajar con uno mismo, una condición sine quanon para avanzar en los puntos siguientes. Hay que recobrar el optimismo, asumir la realidad y aceptarla, pero teniendo presente que la queja gratuita, mirar hacia atrás y regocijarnos con el futuro negro no nos va a llevar a ninguna parte.
La siguiente labor que debe hacer un empresario es reforzar su liderazgo a través de la transmisión de metas, retos y desafíos que insuflen optimismo al equipo. Si conseguimos transmitir confianza en el futuro podremos conseguir superar los retos con mas garantías de éxito.
Acontinuación es necesario hacer un análisis de la situación y crear un plan de contingencia para el nuevo año donde, en base a varias hipótesis de ventas y retrasos de cobros, hagamos un cashflow y presupuesto provisional que nos diga, con los gastos actuales, cuál debe ser el recorte necesario para llegar a fin de año sin entrar en pérdidas. Se trata de un trabajo de bisturí fino, para el que es preciso romper muchas creencias e implantar la idea básica que toda empresa debe tener como algo inamovible: el concepto de beneficio, donde la variable, ante los vaivenes de las ventas, deben ser los gastos. Esto nos lleva a conseguir estructuras enormemente flexibles, que se adaptarán a las circunstancias que la empresa se encuentre en cada momento.
De todo lo anterior saldrá un plan de acción para la negociación con proveedores y prestadores de servicios, para conseguir mejores condiciones de precios y pagos,así como la renegociación de toda la estructura de gastos. También tendremos una nueva estructura de personal, costes, formas de producir y servir que a buen seguro será mas competitiva y eficiente. Y es aquí donde aparece la variable innovación, que debe ser una obsesión continua, en un entorno donde la revolución digital y la globalización de mercados nos obliga al cambio continuo para sobrevivir.
La relación con los clientes debe ser también una de las actividades claves. Hay que cuidar ese tesoro que es la base de datos de clientes actuales, para fidelizarlos y conseguir obtener ventas. Y paralelamente poner la máquina de marketing a funcionar sin parar y de forma ordenada, probando y midiendo resultados para optimizar dicha inversión. Hay que salir a la búsqueda desesperada del usuario de mi producto y servicio,haciéndolo de la forma mas eficiente
Por ultimo, una vez que tenemos al equipo alineado e implicado, la estructura de costes y los procesos adaptados, sólo nos queda hacer planes de 90 días para definir las acciones a realizar de forma. Es hora de contagiarnos de positivirus, que es la opción mas inteligente ante la crisis.