El Barça logró remontar al
Unicaja en su particular revancha tras la derrota en cuartos de Copa del Rey por
81-86 gracias a una sólida segunda mitad en ataque, donde destacaron Nicolás Laprovittola (16 puntos, ocho asistecias) y Tomas Satoransky (otros 16 tantos), después de ir once abajo en un comienzo de partido meteórico de los malagueños, que compitieron hasta el final. Si había que perder, entre polémicas arbitrales y acciones de alta tensión, se tenía que perder así: con vida y orgullo hasta el último segundo.
El comienzo de partido fue una juego al despiste con el aficionado, porque se vio a dos equipos erráticos tras tres minutos de partido y tan solo tres puntos anotados, hasta que Kendrick Perry lideró el arreón cajista que tuvo a Tyson Carter como principal artillero en el ataque.
El Barça tenía que aguantar la intensidad de salida de los locales con rebote y con los puntos de Nico Laprovittola. Aun así, el equipo de Ibon, con un cuatro de siete en tiros de tres en el primero cuarto, fue efectivo en ambos lados de la pista para marchar nueve arriba y con el Carpena en pie,a ritmo de himno y banderas y con un Jasikevicius enfadado en la banda porque no estaba cómodo el Barça.
Siguió en la misma línea el cuadro local, que con un triple de Tyler Kalinoski puso la máxima distancia al inicio del segundo cuarto: el Barça perdía de once tantos (27-16) y le tocaba ir al rebufo, algo a lo que no está acostumbrado, pero para lo que está totalmente armado con una rotación más larga que la del mermado Unicaja, que
aún no quiso forzar a Brizuela (molestias en el cuádriceps) y que tuvo que convocar al canterano Rubén Vicente.
El Barcelona pasó a ser un punto más agresivo en defensa y el partido se enloqueció y también se ralentizó por los parones por faltas, una situación que siempre se da en este tipo de partidos entre ambos, donde la tensión es máxima, más cuando el Carpena estaba lleno hasta la bandera.
Los de Jasikevicius pasaron del diez abajo a poder ponerse a cuatro con un triple errado por Álex Abrines, pero luego lo remendó con dos tiros libres y una canasta a cuatro metros de Laprovittola para acercarse más que nunca al Unicaja, justo antes del descanso (39-35).
Segundo tiempo
Entre el barullo y la polémica arbitral, por la que Ibon Navarro se sintió perjudicado al no parar de protestar por una antideportiva en contra, el Barça se benefició gestionando bien los ataques que tuvo en mitad de la crispación del Carpena: en esas, se colocó por delante, cambiando el guion de partido (39-45). Ahora le tocó al Unicaja ir a contracorriente, y entró en un tramo de errores continuos en mitad del caos, mientras el Barça seguía cumpliendo en aro contrario (47-55, minuto 28).
Necesitaban dinamita, y la prendieron a tiempo los cajista, con un mate más tiro adicional de Kravish y un
triple de Kalinoski para colocarse a dos puntos de distancia, aunque Kuric respondió con una canasta en suspensión para mandar el partido al último y decisivo cuarto acto con 57-61 y las sensaciones de mucho por resolver todavía.
El choque entró en terreno fangoso, el Unicaja necesitaba que su acierto acompañara a lo pasional, y el Barça seguir insistiendo con canastas de calidad individual o por reiteración, todo mientras la afición cajista se cabreaba con la disparidad de criterio a la hora de señalar las faltas.
Ibon Navarro pidió repetición cuando Kravish recibía un codazo en la pintura que no fue señalado en un principio y rectificado tiempo después, pero con el doble error desde la línea de personal de Kravish no se obtuvo premio en esas jugadas que, contra todo un gigante como el Barça, debes aprovechar para recortar distancia.
“¡Manos arriba, esto es un atraco!”, vitoreaba el pabellón verde en cada decisión que perjudicaba a los malagueños, que estando tres abajo desaprovecharon dos ataque seguidos hasta que Laprovittola primero y Satoransky después aparecieron de nuevo para tomar responsabilidad en los tiros (71-76, a falta de 2:26).
El Barça lo tenía todo para la victoria, todavía más cuando el Unicaja perdió a Osetkowski y a Ejim, eliminados con cinco faltas; sin embargo, el equipo de Ibon tiene un intangible que tiene que ver más con la pasión y menos con la estadística pura, es una especie de pulsión que le contagia su grada y que siempre le permite luchar hasta el final.
Un
triple de Perry, en un momento clave, puso al Unicaja a tres puntos a falta de menos de dos minutos para el final, pero
Satoransky respondió con otro y con un rebote valioso en ataque y el Barça cerró la victoria con un triple de Abrines, antes del maquillaje de un Unicaja peleón y listo para pensar en el martes, la BCL y Atenas.