El preestreno este miércoles de la película italiana 'El hombre sin culpa' en el cine Albéniz, sirvió a los espectadores de Málaga que acudieron al posterior coloquio con su director, Ivan Gergolet, para acercarse al problema que subsiste en decenas de edificios e instalaciones industriales de la provincia malagueña por la presencia del amianto, un material cancerígeno que fue utilizado durante décadas en la construcción y como aislante de espacios, y que ha generado fallecimientos por estar expuestos a él sus trabajadores.
El amianto y la uralita forman parte también de kilómetros de tuberías de fibrocemento que, para el abastecimiento de agua, siguen en el subsuelo de la capital, y que están siendo sustituidas periódicamente con las remodelaciones municipales de las calles.
La película, un thriller psicológico que se desarrolla en una zona industrial de Italia y que se estrenará el 14 de julio, cuenta la relación de una fisioterapeuta viuda que se hace cargo de un hombre en coma, quién resulta ser luego el director de la empresa y máximo responsable del fallecimiento de su marido por una enfermedad provocada por el amianto.
Un afectado que, como muchos de los trabajadores que enferman, lo hacen entre los 50 y los 65 años, después de haber estado en contacto con este material tóxico, cuyo polvo se quedaba incluso en los uniformes de trabajo.
El director, que estuvo presente en el cine Albéniz, recorre Trieste, la localidad portuaria que se vio muy afectada por el amianto, como consecuencia del desarrollo en la región de un centro industrial de fabricación de buques, aviones, textiles, productos químicos y petróleo refinado.
Y utiliza esta tragedia social, que ha llegado también a muchas ciudades españolas con decenas de trabajadores fallecidos desde los años 80 al haber estado en contacto con el asbestos, para describir un drama psicológico que gira entre los dilemas morales sobre la culpa y el castigo a los responsables de las industrias que utilizan este material.
En el coloquio posterior con el director, Francisco Zafra, presidente de la Asociación de Víctimas del Amianto de Málaga (AVIDA), recordó que "todavía en España siguen instalados más de dos millones de toneladas de amianto, pese a que ya está prohibido. Si no se retira este material, va a existir una segunda ola de personas que enfermen. El amianto es tan peligroso porque a partir de su vida útil, de entre 20 o 30 años, empieza a descomponerse y suelta las fibras cancerígenas que se aspiran", recordó.
Zafra insistió en que las autoridades de Málaga deben de obligar a desmantelar estas instalaciones para evitar daños futuros. En varias provincias, los familiares de afectados y padres de escolares se han dirigido a las áreas de Medio Ambiente de las Fiscalías para instar a que se abran diligencias por atentar contra la salud de los trabajadores. De hecho, existen ya condenas contra la empresa Uralita por no haber tomado medidas, y se la ha declarado como responsable de esta enfermedad profesional.
TAMBIÉN EN LOS COLEGIOS
Por su parte, María Ángeles, una madre malagueña, explicó las gestiones que tuvo que realizar para que el amianto que existía en el colegio de su hija fuese retirado, y evitar que los escolares pudieran inhalar sus partículas.
"Pese a que se consiguió un acuerdo en Andalucía para la retirada de los colegios, todavía hoy siguen existiendo centros con amianto que se ve en las superficies y que no se ha retirado. Como tampoco el que está oculto. Tan responsables son los que lo utilizaron para la construcción, y se lucraron con ello, como los que saben que persiste y que pese al daño que hace no lo retiran", dijo.
El director del film, Ivan Gergolet, indicó que con su película ha tratado también de trasladar la responsabilidad de los industriales por no haber protegido a sus trabajadores.
"Es un deber de los empresarios no solo dar el salario a sus trabajadores, sino protegerlos durante la actividad que realizan. Pero también hay una responsabilidad de los funcionarios que trabajan para el Estado, que deben de controlar estas situaciones", concluyó.