La Rosaleda está siendo ese fortín que todo el mundo ansiaba desde hacía tiempo. El mensaje de Sergio Pellicer de
hacerse fuertes cerca de Martiricos caló el curso pasado y está calando este. No es casualidad que los tres encuentros disputados hasta el momento en casa se cuenten por victorias. La plantilla ha asumido que la principal vía para regresar a Segunda División es no dejar que se escape ni un solo punto de los que se disputen aquí.
Sin embargo, esto va mucho más allá de lo visto ante Atlético de Madrid B, Recreativo Granada y
San Fernando. Todo es consecuencia de la
semilla que se plantó en la recta final del curso pasado.
Todos recordamos con pesadumbre la
derrota del pasado 5 de marzo ante el Racing de Santander por 0-1.
212 días después, y diez partidos mediante, nadie más ha logrado derribar el muro blanquiazul.
Lo intentaron
Levante, Huesca, Leganés, Cartagena, Mirandés e Ibiza, además de los ya mencionados Atlético de Madrid B, Recreativo Granada y San Fernando. El balance, seis victorias y tres empates. A ello, hay que sumar que tan solo ibicencos (en un partido en el que ya no había nada en juego) y colchoneros lograron anotar un gol. Por contra, en este tiempo, los pupilos de Sergio Pellicer acumulan un total de 12 goles a su favor.
Una de las mejores cosas que está teniendo el equipo cuando juega en Málaga es que sabe
adaptarse al contexto. Somete a su rival cuando tiene ocasión de ello, pero no vacila a la hora de asumir un perfil más discreto si ello conlleva sumar los tres puntos.
Tras el partido de este próximo domingo en Huelva, ante el Recreativo, el cuadro boquerón
disputará dos partidos consecutivos en casa, ante Melilla y Real Madrid Castilla. Oportunidad de oro para demostrar que no pesa la presión y avisar a los rivales de que el que quiera rascar algo aquí, deberá sudar sangre.