El emblemático Palacio de la Tinta de Málaga, situado en el Paseo de Reding,
se convertirá en el quinto hotel de cinco estrellas de la capital de la Costa del Sol con una
inversión total de 30 millones de euros. La consejera de Economía, Carolina España, ha visitado el inicio de unas obras que cuentan con financiación pública a través de un “préstamo reembolsable” procedente del Fondo de Desarrollo Urbano Sostenible gestionado por el BEI y la gestora especializada Arcano de 15,5 millones de euros.
La
Junta sacó a subasta el edificio en el año 2019 y se adjudicó al Grupo Hotusa por 21 millones de euros y “ahora vamos a colaborar en la financiación de las obras a través de estos fondos europeos”, ha explicado la consejera.
Desde el Gobierno andaluz “estamos absolutamente convencidos”, ha insistido España, de la
“necesidad” de la colaboración público-privada: “Donde no lleva la inversión privada o la financiación bancaria, ahí está la Junta para apoyar proyectos que generen riqueza, actividad económica y empleo”.
La reconversión de este edificio “singular” y “protegido” es
un “hito” para el patrimonio de Andalucía, ha asegurado, recordando que años atrás fue la sede del ferrocarril andaluz, entre otros usos.
El Palacio de la Tinta
volverá a abrir sus puertas como hotel de cinco estrellas en dos años, para el 2026, con la previsión de
crear 70-100 puestos de trabajo fijos. Tendrá
141 habitaciones (siete suite y nueve junior suite), ha detallado el presidente de Grupo Hotusa, Amancio López Seijas. También dispondrá de un restaurante, piscina y jardín en su terraza de 700 metros, sala de convenciones para unas 150 personas y un spa, según ha detallado el arquitecto, Daniel Isern.
Para López
Málaga está viviendo un “momento muy dulce”, porque es el “ejemplo más claro de todos” de cómo una ciudad se ha transformado a lo largo de los años. “El turismo contribuye y la buena gestión también, porque cuando se genera confianza, certidumbre y seguridad jurídica, se invierte”, ha explicado. “Es una suerte”, ha dicho, que su empresa sea la que saque adelante un proyecto como este, que es “
poner en valor un trozo de historia para que permanezca en el futuro como un hotel”.
El presidente cree que “uno de los grandes retos para el turismo” es “
recuperar todo el patrimonio histórico y cultural que un país no puede permitirse perder”. “No podemos tener castillos en ruina, monasterios abandonados, conventos; porque ofrecer esos espacio como hoteles, dice convencido, “va a permitir que el turismo que busca experiencias, un relato y algo singular, pueda continuar y permanecer en el futuro”. En este sentido, confiesa que a veces si no hay un componente público, “es difícil que se pueda hacer una restauración”.