Hay que remontarse al
11 de febrero para ver una derrota del Málaga CF por última vez. Aquel día, ante un UD Melilla que está ya virtualmente descendido, los blanquiazules hincaron la rodilla, en un partido muy físico que se decidió por el solitario gol de Siddiki.
Desde entonces
han pasado diez partidos en los que el equipo de Sergio Pellicer ha cosechado cinco victorias y otros tantos empates. Ha anotado diez goles y tan solo ha encajado dos.
Si nos ceñimos única y exclusivamente a las estadísticas, cualquiera podría pensar que el
proyecto marcha viento en popa. Nada más lejos de la realidad.
Sobre el campo se ve algo bien distinto a lo que dicen los números. Se pudo comprobar este pasado domingo en el
empate sin goles contra el Real Murcia. El equipo pimentonero llegó a La Rosaleda sin ninguna intención de jugar al fútbol y con la misión clara de que pasaran pocas cosas. Así fue y como premio se llevó un valioso punto de Martiricos.
Lo cierto es que al Málaga le cuesta un mundo crear ocasiones de gol. Con
Roberto Fernández cada vez más desasistido y una línea de tres cuartos a la que parece que los equipos rivales le han cogido la matrícula. El centro del campo, en esta misma línea, es incapaz de filtrar balones peligrosos entre líneas.
El dogma de
hacerse fuertes en La Rosaleda no está funcionando. Murcia, Ceuta, Linares... Todos ellos rascado en su visita a la Costa del Sol. Otros, como Intercity, estuvieron a punto.
Esta es la
segunda mejor racha del equipo sin perder esta temporada. La primera fue entre la jornada 2 y la 13, cuando el equipo acumuló once partidos consecutivos sumando. Por supuesto, hay que reconocer el mérito de este equipo, al que es muy difícil hacerle daño. Sin embargo, la temporada regular se acaba y en la fase decisiva, solo con defender bien no basta.
El partido de este domingo en El Arcángel contra el Córdoba será una
nueva prueba de fuego para calibrar el termómetro del equipo. Otro de esos "partidos de playoff" en el que las sensaciones deben ser diferentes y la intención de quedar lo más arriba posible, real.