El sonido del chapoteo en la piscina precede a la atmósfera casi mágica que se crea en el centro deportivo Belife en una de las sesiones de la Asociación Surf Sin Limits. “Podemos ser lo que queramos”, susurra Lorena Saura, creadora del proyecto, mientras flota en el agua junto a uno de sus pupilos: “una gota de lluvia, viajar por el espacio...”. La tranquilidad solo es rota por Álvaro, uno de los alumnos que padece, como el resto de compañeros, trastorno del espectro autista (TEA), pero además tiene obsesión por el agua.
Hace 6 años que la arena de la playa se convirtió en el despacho de Lorena. Nació Surf Sin Limits, que cuenta con un programa adaptado para personas con diversidad funcional, donde se enseña la técnica del surf y paddle surf acorde a cada uno.
Realizan su labor durante todo el año. “De octubre a mayo en piscina con un trabajo más personal y terapéutico; de junio a septiembre, a la playa, consiguiendo el objetivo principal: mayor autonomía”, aclara Lorena, quien gracias a su perseverancia ha logrado desarrollar una asociación sin ánimo de lucro que requiere de más respaldo económico para su actividad.
Un accidente de tráfico fue el detonante para que esta trabajadora social de 38 años fundara en Málaga esta iniciativa que se enriquece del voluntariado de sus monitores, algunos incluso provenientes de otras provincias andaluzas, para crear esta atmósfera mágica donde todo es posible y que busca mejorar la calidad de vida de estos jóvenes. "Este proyecto nació del corazón, por lo que todos los obstáculos se compensan cuando estás con ellos", afirma la surfista.