El deporte rey

Publicado: 04/04/2024
Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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La discriminación es considerada un delito de odio y eso está ocurriendo en los estadios de futbol de este país, aunque se quiera disfrazar
No soy yo un seguidor acérrimo del fútbol, es más, me cuesta tragarme un partido entero a no ser que hablemos de aquellos concretos que enfrenten a grandes equipos o selecciones, y dada mi poca cultura futbolística, suelo errar bastante a la hora de decidir qué ‘tragarme’. Ver un partido del Recreativo de Huelva es más aceptable, pero más que el deporte en sí, es por lo que me toca a nivel emocional, pero ese es otro tema. Aún así, suelo estar al día de lo que acontece en el deporte rey, y suelo seguir los resúmenes e informaciones relevantes, como adicto habitual a la información.

En las últimas semanas, el tema del fútbol ha quedado relegado a nivel informativo al caso Vinicius, con dos vertientes claramente identificables: su actitud como jugador profesional y la actitud de un sector concreto de aficionados, que manchan claramente un deporte que implica ser ejemplo moral y en el que se debería poner orden y no dejar que esta cresta de racismo que estamos percibiendo se siga nutriendo de la falta de exigencia de la Real Federación Española de Fútbol, que tiene las competencias para sentar bien las bases y, por ende, que se lleven a cabo y se cumplan.

Vayamos por partes. El que entra en este tipo de competiciones sabe a lo que juega, lo que se juega y con quienes juegan, no hablamos de una actividad deportiva que conociéramos ayer, y al firmar un compromiso bajo talón, se entra en una modalidad profesional que implica disciplina, respeto, tolerancia, control, etc., y romper estas reglas es salirse de este perfil que se requiere para ser un deportista de elite. Recordemos que un futbolista, en este caso concreto que estamos observando, vive de los aficionados en general y se convierte en modelos de referencia. Romper con lo establecido es aniquilar los valores que están implícitos en dicha profesión. No hablamos de momentos concretos, que todos comentemos errores, es crear una actitud habitual que está potenciando una mayor agresividad. A los deportistas no solo se les deberían pagar por meter goles, también por mantener esos valores que implican ser deportistas.

Por lo que estamos percibiendo, Vinicius Jr. es uno de esos jugadores que, con razón o sin ella, no es capaz de mantener la compostura y carece de ese control y disciplina que debe garantizar un césped correcto y, por razones múltiples, crea un rechazo que va más allá del que genera la competitividad que se debe asumir en este deporte. Pero no es más que eso, un chico con mucho ego, orgulloso y con problemas de control, y con ello no estoy justificando su inmadurez. Lo que no debería importarnos en este tema que nos toca es que sea un chico negro. Yo soy blanco y tengo casi las mismas actitudes y nadie me insulta haciendo referencia al tono de mi piel, ni me comparan con ningún animal. Ahí es donde se muestra esa vena racista que, aunque se niegue, sigue latente en muchos españoles, sacando a relucir comentarios incendiarios.

No se deben permitir este tipo de incidencias, ni las del deportista en cuestión, que le pagan bastante bien para saber comportarse, ni las agresiones de un público que aprovecha las diferencias raciales, sexuales, sociales, etc. La discriminación es considerada un delito de odio y eso está ocurriendo en los estadios de futbol de este país, aunque se quiera disfrazar para evitar asumir que aún nos queda mucho por hacer.

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