Siento tener que decirlo así, pero en los términos en los que está planteado el Debate sobre el estado de la Nación es un espectáculo para masoquistas...
Siento tener que decirlo así, pero en los términos en los que está planteado el Debate sobre el estado de la Nación es un espectáculo para masoquistas. En clave política lo único que saca uno en claro es que Zapatero no deja que los datos de la realidad arruinen sus discursos mientras que la oposición (Rajoy) se desgañita, predicando en el desierto. No lo digo yo, lo dicen las encuestas: el PP sube algo en intención de voto, pero Rajoy baja mucho en la escala que mide la confianza de los electores. Baja más, desde luego que Zapatero, pese a que el presidente del Gobierno hace un año prometía pleno empleo y ahora contamos ya con más de cuatro millones de parados. Es decir, que, por el momento, la cosa no tiene remedio. No lo tiene porque Zapatero, pese a su fama de doctrinario, en realidad es un superviviente político. Gira a la izquierda (guiños a IU, BNG o Nafarroa Bai) o la derecha (acuerdo con el PP en Euskadi), según conviene a su escaleta del día en el telediario. Y, ¿qué es lo que toca estos días tras el debate parlamentario y a un mes vista de la elecciones europeas? Pues lo que estamos viendo sobre el escenario: ZP se proclama campeón de los trabajadores en paro; no los abandonará a su suerte -insinúa que es lo que pretende la patronal y de refilón el PP-. Más aún, si es preciso ampliará el salario social (alrededor de 400 euros) a los parados que han perdido ya el subsidio de desempleo. Zapatero, cuya política económica se revela ineficaz para combatir la destrucción de varios miles puestos de trabajo cada día se coloca al frente de la manifestación para endosar el problema de la crisis al mismísimo Aznar. El Aznar al que citaba en octubre del 2004 para, reconocer que había dejado una buena herencia económica. Dice lo uno y lo contrario y se queda tan ancho. ¿Por qué? Pues por lo que reflejan las encuestas, porque quien tiene enfrente (Rajoy), no traspasa la pantalla. En resumen: pase lo que pase en el Congreso, ya sabemos lo que va a decir la televisión acerca de quien ha ganado el debate. Veremos si sucede lo mismo en las urnas de junio. Esa es la única incógnita del momento.