Se acabó lo que se daba. Un año más, Jerez deja atrás una semana de Feria, intensa, eso sí. Seis días marcados por las ganas de diversión en un Real vistoso por el color de los trajes que lo pisaban y una última jornada dominguera en la que la afición xerecista fue la auténtica protagonista. Mirase donde se mirase pasadas las cuatro de la tarde, bajo un sol de justicia, sólo había camisetas azulinas. A pocas horas del encuentro con el Castellón en el Chapín, se escuchaba una voz: “¡oye!, estaría bien que pudiésemos captar una imagen simpática, reuniendo a un grupito bueno de xerecistas y sacar una foto en el periódico...!”. La idea gustó y mucho. Primero llegaron dos o tres, luego se acercaron otros tantos, y aquel punto de encuentro situado justo enfrente del templete municipal comenzó a llenarse. Los más escépticos miraban de soslayo aquella prueba de retrato de familia, propia de concursos de televisión, pero acabaron también colaborando. Así, hasta casi un centenar de personas, entre aficionados y curiosos, que acabaron acercándose y subiéndose a la rotonda que divide el Paseo de las Palmeras, con megáfono incluido, entonando aquello de “¡arriba campeón, a luchar y ganar, para alcanzar la gloria del mejor...!”. Espectáculo y una pizca de desfase, que nunca viene mal cuando este equipo gaditano está a las puertas del ascenso, después de muchos intentos para escalar hasta la cima de los campeones.
Por minutos la alfombra azulina que se divisaba desde lejos crecía y crecía. Tal fue la magnitud xerecista que allí se congregó que el desfile de caballos tuvo que atajar por otros caminos. Tan sólo el toque de queda de las siete de la tarde logró disuadir a la multitud, abandonando la Feria y partir al Chapín para animar al conjunto azulino en una de sus últimas jornadas decisivas.
El estar en el primer puesto de ascenso ha significado, por tanto, una Feria muy distinta a las anteriores. Otro color, otro ambiente, y un entusiasmo desmedido también en las casetas. Que se bailaron sevillanas nadie lo duda, el pachangueo y el reggeaton, evidentemente, tampoco faltaron, pero el himno, “¡ese himno de la alegría!”, como gritaban muchos la noche del sábado, conseguía despertar el ánimo a todo el mundo y pegar botes.
Hablando de la noche, en la del sábado no se registraron incidencias más allá de las habituales. Alguna que otra reyerta en una de las casetas de la movida en la que fue necesaria la intervención de los antidisturbios (UIP), pero no mucho más. Sí que hubo asistencias sanitarias. El parte médico de Cruz Roja confirma un total de 226 atenciones sanitarias desde el sábado hasta la mañana del domingo, entre hemorragias y heridas (41), contusiones (22), intoxicaciones etílicas (14), pero sobre todo, un amplio grupo de intervenciones sin especificar (172) para dar rienda suelta a la imaginación. En este conjunto de cifras hay que destacar los 107 menores de la “pulserita”, o lo que es lo mismo, registrados a lo largo de la jornada en el proyecto Niño, niña perdido. Lo que no ha sentado muy bien a los feriantes este año es el cierre de las casetas a las seis de la mañana. Demasiado pronto porque lo que pega en estos casos es bailar en las puertas de las casetas hasta que salga el sol, y concluir la jonada con un papelón de churros y un dolor de pies de infarto de camino a casa.
‘Eclipse’, de raza árabe, Campeón de Campeones
La jornada final de la Feria del Caballo tuvo ayer su punto culminante en el depósito de sementales, con la entrega de los premios del Concursos de Exhibición de Enganches y del XLII Concurso Morfológico de Ganado Selecto Caballar, que ha venido celebrándose en Equisur.
La delegada de Cultura y Fiestas, Dolores Barroso, junto al director general de Ifeca, Jaime Castro, entregaron el trofeo y el premio en metálico valorado en 6.000 euros, con el que está dotado el premio Campeón de Campeones, al semental de raza árabe Eclipse, de yeguada de Nicolás Domecq Ybarra.
Los ganadores en enganches fueron en Limoneras, la Yeguada Hacienda María, José Franco Franco Sánchez y Rafael Ruiz-Henestrosa. En Troncos, la Yeguada Hacienda María y Ana María Bohórquez, ex aequo, y en tercer lugar Joanne Hearts Castro. En Tándem, Ana Cristina Guerra Mancilla. En Potencias, Jacinto Planas Ross y Fátima Guerra Mancilla. En Tresillos, Señorío de los Cedros, Salvador Martínez Mellado y Yeguada Carmín Floria. En Cuartas, Yeguada Hacienda María, Ana María Bohórquez y Yeguada Olivera. En Media Potencia, José Estevez S.A., Blanca Domecq Zurita y Joanne Hearts Castro. En 5 a la Larga, Yeguada de La Cartuja y Salvador Espinosa y en 6 a la Larga, Mercedes Caparrós Reyes. Finalmente, el premio al mejor cochero profesional, para Rafael Carrasco Carrasco, mayoral de la Yeguada de La Cartuja Hierro del Bocado y mejor cochero amateur, Ana María Bohórquez Escribano.
En el grupo V, de la raza hispano-árabe, la campeona fue Rociera, de la ganadería Mantellina, la subcampeona, Oceanía, de la yeguada El Sauce, Elegante III como campeón, también de El Sauce; Iluso quedó subcampeón, de la ganadería Gabriel Rosado. Como mejor ganadería hispano-árabe se alzó la yeguada El Sauce. En el grupo IV de la raza anglo-árabe quedaron campeonas Albajaca, de la ganadería Hermanos Díaz Borrego y Gardenia, de la Yeguada Almenara Alta. El puesto de subcampeona fue para Hallar D'Olympe, de los Hermanos Díaz Borrego, y el de campeón para Ingrato de la ganadería Almenara Alta.
En la categoría de Pura Sangre Inglés se alzaron con el premio Camaleño, de la ganadería Aurelio Tagua del Pozo, y Criptano II de la yeguada La Parra.
Igualmente, en el grupo II de la raza pura árabe, destacar el reconocimiento al trabajo diario de los mayorales, fue para José Gallardo. Kenia, de Domecq Ybarra, quedó como subcampeona.El trofeo ANCCE (Asociación Nacional de Criadores de Caballos de Pura Raza Española) fue para Lirona Ram.