Mario Lourtau (1976) obtuvo con “El lugar de los dignos” el XVIII premio de poesía “José de Espronceda Ciudad de Almendralejo”. Es esta la quinta entrega del autor cacereño, quien iniciase su trayectoria lírica en 2008 con “Donde gravita el hombre”.
Hay en este nuevo volumen una sabia capacidad para articular los territorios y las horas, una manera vívida y personal de tratar los objetos, los lugares, los protagonistas, las dichas y las sombras, como si todo ello pudiera contemplarse de forma lírica. A esa grata visión, ayuda la lucidez de un ritmo versal bien modulado y la honestidad a la hora de reescribir una realidad anhelante: “Por el cauce encendido de sus aguas/ la memoria es un libro navegable./ Escritas van en él, orilla adentro,/ flotando, las palabras./ Ellas se entregan hondas, firmes, azarosas,/ a corazón abierto,/ sin condición o pacto”.
Dividido en cuatro apartados, “Raíz de la memoria”, “El reino escrito”, “La estatura de un hombre” y “El lugar de los dignos”, el poemario avanza en una misma dirección a través de una senda que va hollando las cosas más sencillas e importantes que acontecen al yo. Y así, junto a la universal triada temática del tiempo, del amor y de la muerte, Mario Lourtaurevela un sentir que aspira a reordenar su humana condición. Al hilo de sus versos, detiene su tinta y su mirada en un ayer que comporta, a su vez, un recuento de cuanto queda por descubrir, de cuanto queda por tañer en el bordón del futuro,tal y como sucede en el bello tríptico titulado “Semejanzas”: “Tocas la orilla azul y reverbera/ tu padre y sus palabras, su voz/ de arena blanca y aquella misma frase/ que hoy repites a tu hijo complaciente:/ `Quisiera que algún día llegues a ser/ mucho más de aquello que yo he sido´./ Y ojalá que sea así, que se haga cierto”.
Cuanto aquí va desgranándose, son estampas hechas verbo y verdad, evocadorasdel alba de toda una vida, y que desfilan ante los ojos del lector, y se reconocen desde el asombro, el desamparo, la nostalgia y la satisfacción.Porque en este íntimo viajeque el poeta cacereño hilvana junto a su alma, hay un solidario territorio de reflexión personal sobre cuanto la propia concienciadesvela: “Y siento los silencios, el frío, la incertidumbre,/ la lluvia sobre el alma hecha tristeza,/ ese miedo a ser hombre, y a estar solo,/ esa extraña sensación de no ser nadie”.Sin emabrgo, detrás de esas desoladas soledades que lo cercan, hay sentimientos que empujan su escritura hacia la luz, que hacen mudanza el corazón y alcanzan una dimensión distinta y confiada junto a “la enorme gratitud de seguir vivos”.
La ordenación coral del conjunto alienta, en ocasiones, un tono confesional y, en otras, propone un diálogo, un intercambiodiegéticoen el que el sujeto refunda sus enigmas y sus evidencias.
En suma, un poemario sólido, feraz, de honda consciencia, que dibuja el camino preciso para encontrar su ulterior esencia, “la bondad, el perdón, la inmensidad del hombre”.