La pasión por disfrutar del cuerpo del amante es tan antigua como el mundo. El deseo del amor íntimo, de la amatoria, de lo erótico y lo sensual ha sido, es y será fuente de inspiración constante para los artistas.
Una muestra de la gran impronta que ha dejado el deseo carnal en la Historia del Arte de Occidente lo constituye el libro que acaba de llegar a las librerías, 69 historias de deseo. Un museo del imaginario erótico, del investigador francés Jean-Manuel Traimond.
A través de diversos géneros y soportes artísticos, desde lienzos hasta fotografías, pasando por grabados, esculturas y cerámicas, Traimond ha esbozado sus 69 historias de deseo occidentales con 69 piezas.
Con esa cifra, en alusión a la postura sexual, el estudioso presenta las variantes de la práctica amatoria, desde explícitas felaciones y cunnilingus hasta imágenes que ilustran la entrega previa al orgasmo en obras culmen de la Historia del Arte de Francia, Alemania o España, y que siguen inspirando a las musas.
Las 69 historias de deseo (Editorial Electa) relatan cuáles son las pasiones carnales que se repiten eternamente en la Humanidad a través de una presentación de las obras en fotos maquetadas a sangre y a doble página como mínimo.
Algunas presentaciones, como la Vasija de figuras rojas de la etapa de pintura negra de la Grecia Antigua (siglo VI a.C., Museo del Louvre, en París), que exhibe motivos con felaciones de y por hombres, sirven para que el autor se cuestione “¿gozaban griegos y romanos de más libertad sexual que nosotros?”.
Para Jean-Manuel Traimond, “el arte erótico occidental siempre se ha movido entre estos dos polos: “la carne y el cilicio, don Carnal y doña Cuaresma, enseñar y ocultar”, de ahí que en 69 historias de deseo abunden imágenes del deseo masculino por medio de pechos perlados que se escapan de corsés o de miradas anhelantes.
Lo que demuestra una vez más que la tradición histórica y cultural otorgó más libertad al numen del artista hombre para expresar sus deseos carnales a través de los medios plásticos que a las mujeres artistas, que fueron forzosamente más recatadas hasta finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
Este punto evidentemente ha marcado la producción de este volumen, en el que hay más piezas anónimas que realizadas por mujeres artistas, es decir, que hay más estampas de mujeres deseosas y deseantes pintadas por hombres.
No quiere decir que todos los artistas fueran heterosexuales, pero sí que lo políticamente correcto también influyó en la Historia del Arte, incluso en las estampas más lacivas y provocadoras de deseo.
A pesar de ello, cabe celebrar que 69 historias de deseo recoja una obra de una relación sexual lésbica de la argentina Léonor Fini, considerada la primera artista que pintó un desnudo masculino erótico.
En su libro, este autor rompe con la habitual presentación cronológica de los tratados de Historia del Arte y, en su selección, dictada por una mirada caprichosa pero refinada, hay obras también de artistas vivos como David Hamilton, Jean-Robert Iposutéguy, Eric Fischl, Milo Manara o Tom Wesselmann.
Pero en él están también los más consagrados, como Picasso, Lucas Cranach El Viejo, El Bosco, Miguel Ángel, Tiziano, Caravaggio, Rubens, Rembrandt, Velázquez, Ingress, Manet, Gustave Coubert, Gustav Klimt, Amedeo Modigliani, Auguste Rodin, Balthus, René Magritte, Robert Mapplethorpe o Marcel Duchamp.