La escritora barcelonesa Ana María Matute, que el próximo día 27 recibirá el Premio Cervantes, se confiesa días antes del acto ?un poco nerviosa".
La escritora barcelonesa Ana María Matute, que el próximo día 27 recibirá el Premio Cervantes, se confiesa días antes del solemne acto “un poco nerviosa” por el discurso, y considera que “en todo escritor hay algo del Quijote”, como “transportadores de sueños”.
Matute recibe a Efe en su sobreático del barrio barcelonés del Guinardó, que meses atrás, cuando fue proclamada ganadora del Cervantes, estaba en obras y repleto de libros amontonados en filas que desafiaban la gravedad.
Superadas las obras, el salón donde tiene lugar la entrevista aparece más liberado, aunque todavía quedan algunos montones de libros –”son de mi hijo, que es historiador contemporáneo”, responde Matute–.
Con su habitual socarronería, comenta sobre el Cervantes que “es un premio que impone”, aunque recuerda: “Me han dicho lo que tengo que hacer y lo que no tengo que hacer”.
Su principal temor es “meter la pata” o equivocarse en algo, señala la autora, que confiesa que no es la primera vez que está con el rey, pero “sí la primera y la última” que le dan el Cervantes.
Leer en público con su sordera y subir escaleras con sus muletas son algunas de las dificultades con las que se encontrará Matute el día 27: “85 años pesan y bastante”, dice.
Sin embargo, no hay mayor dificultad a superar que tener que escribir el discurso: “No sé qué decir, pues ya lo dije todo en el discurso de ingreso en la Real Academia Española de la Lengua”, en 1998, cuando ocupó el sillón K.
Se siente tan torturada que llega a decir con ironía: “Prefiero escribir tres novelas y diez cuentos que hacer el discurso”.
Se muestra supersticiosa cuando se niega a hablar del contenido de ese dificultoso texto, aunque al final admite que hablará de literatura y de su trayectoria, de lo agradecida que está por haber recibido el premio Cervantes y de lo que ha representado la literatura en su vida.
Una semana antes de recibir el galardón, Matute todavía trabajaba el discurso, después de “haber roto tres o cuatro. Me parece que digo tonterías”, justifica.
Matute, quien asegura que apenas superará los cinco folios –“no quiero flagelar a la gente con grandes parrafadas ni que nadie se duerma”–, también se referirá a Miguel de Cervantes, de quien, asegura, no va a poder decir nada nuevo.
“Cervantes fue una figura y tuvo una vida extraordinaria”, señala la escritora.