En la útima entrevista que concedió a este periódico en 2013, cuando ya habían pasado diez años desde que se retiró de la política de forma activa aunque siempre perteneció al Partido Popular donde era respetado y escuchado -poco dados los partidos de hoy en día a ejercer tales virtudes con quiénes no reparten nada- dejaba claro lo que debía ser un político.
Antes bien, dejaba claro lo que había sido él en aquellos primeros años de la democracia cuando todos los que estaban, desde sus distintas ideologías, trabajaban por la ciudad, discutían en los plenos y comisiones y luego departían amigablemente en una terraza.
Se tomaba la política como un compromiso con la ciudad que costaba tiempo y dinero propio. Eran los tiempos en los que los alcaldes tenían en sus despachos una neverita por si llegaba un invitado de excepción o se alargaba una reunión. El contenido de la neverita, obviamente, lo pagaba el alcalde de su bolsillo.
José María Rodríguez Romero, Pepín, quien ya fue concejal en la época preconstitucional por el tercio sindical, falleció este lunes pasado a los 85 años de edad y su muerte causó conmoción en el mundo político, social y cofrade de la ciudad. No porque la vida y su ley inexorable ya señale la recta final la meta es menos dolorosa.
Un tercio de su vida lo dedicó a la vida política, 28 años tanto en Alianza Popular como en el Partido Popular, donde fue presidente y apaciguador de cismas internos gracias a su honestidad, a su rectitud y a su capacidad de diálogo.
Fue candidato a la Alcaldía y portavoz del PP en el Ayuntamiento y diputado provincial por su partido en la Diputación de Cádiz y con él en una gestora se dio paso a una nueva etapa en los Populares de San Fernando que aún no ha terminado, aunque se presienten cambios.
En lo personal, nació en El Ferrol pero desarrolló su vida en San Fernando a donde llegó en 1947. Fue ingeniero técnico industrial en la Empresa Nacional Bazán y se prejubiló a los 58 años de edad. O sea y como se ve, concejal con currículo laboral a sus espaldas, algo que ahora no abunda. De ahí el titular de este artículo.
Ser político en aquellos tiempos no era la confrontación permanente que se da en la actualidad, con los políticos gastando saliva en contestar al contrario antes que en convencer a la autoridad competente de que arbitre soluciones.
“Eran tiempos en los que los carteles los pegábamos nosotros, cuando ahora se contrata a una empresa, y terminábamos a las seis de la mañana en la alameda con Ignacio Vera (PCE y PSOE) o Rosales (PCE), charlando tranquilamente” en medio del fragor de una campaña electoral, contaba a este periódico.
Eran también tiempos en los que los políticos se dedicaban a solucionar problemas antes que a crearlos “porque no sabíamos de política. En los tres últimos años antes de la democracia, política, cero; y luego nos llamaban de una barriada e íbamos a solucionar el problema”.
Aquellos primeros años de ayuntamientos democráticos los recuerda Rodríguez Romero como el del “levantamiento de las alfombras” del Consistorio para ver cómo se habían hecho las cosas “y no encontraron nada porque no se había hecho nada mal”.
Hoy en día posiblemente se levanten las alfombras y salgan muchas cosas, pero lo que sí es seguro es que en 2013, cuando José María Rodríguez Romero, Pepín, contestaba las preguntas del arriba firmante, existían en San Fernando los mismos problemas que ahora. O peor expresado: ahora existen los mismos problemas que en 2013.
Rodríguez Romero, que era además vocal en la Junta de Gobierno de la Hermandad del Carmen, la hermandad de la Patrona de la ciudad, fue despedido ayer por una representación muy numerosa para los tiempos que corren de todos los sectores a los que perteneció.
No en vano se trataba de dar el último adiós a un hombre bueno, honesto, de esos que sirvieron a la política.